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A la mañana siguiente, ya estaba haciendo todos los trámites para irme a Rusia. Estar aquí fue una completa pérdida de tiempo. Yo me había perdido en el camino, tenía que volver a ser yo.

—¿Dónde está Nerea? —me preguntó Vladislav. Yo lo miré y me crucé de brazos; su tono me estaba cansando.

—No lo sé, tal vez está follando con alguien —le respondí de mala gana.

Vladislav me agarró del brazo y me miró a los ojos.

—Sé que la tienes. Fabien me llamó y me dijo que ella se había ido contigo. Pau me llamó a preguntar por ella. ¿Dónde está? —volvió a preguntarme.

Le sonreí a Vladislav y me solté de su agarre.

—Está muerta, ella era cómplice de Belov. Tenía que morir —le respondí.

La expresión de Vladislav cambió por completo. Era bastante increíble cómo le importaba Nerea.

—¿Es una broma, verdad? ¿Tú... la mataste? ¿Estás loco? ¿Cómo carajo asumiste que ella era cómplice? ¡¿Acaso estás demente?! Dios santo, ¿y ahora cómo le digo a Pau eso? ¡Joder, el niño! ¿Pensaste en él? ¿Por qué haces es
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