La miré fijamente, intenté alzar una ceja y casi rio de recordar que no sabía hacerlo; sin embargo, me mantuve firme en mi seriedad.
-Discúlpame por todo, Sara. Una parte de mí nunca quiso hacerte tanto daño. –Dijo y se marchó.
Me senté junto a mi madre y le dije: -Necesito que me cuentes todo, ¿por qué estabas con ella?
Mi madre suspiró. -Te contaré todo, pero necesito que, estés preparada para saber la verdad.
- ¿De qué verdad hablas mamá?
-Prométeme que, al enterarte seguirás siendo la misma chica. Esto no afectará tu personalidad y mucho menos odiarás a esa persona.
- ¡Cuéntame!
Mi corazón en ese momento empezó a latir a mil por segundo, no sabía que sucedía, pero presentía que mamá me