Minutos después, él siguió hablando. -Ella enterró el vidrio dos veces más en su estómago y finalmente se cortó las venas.
-Lamento mucho que tu hijo haya tenido que sufrir las consecuencias.
-El único culpable fui yo, que nunca he sabido hacer bien las cosas ¡Nunca valoré el amor de las mujeres que me han amado! Y tampoco supe escoger quién estaría junto a mí el resto de mis días. Solo yo soy responsable de haber condenado a mi hijo a la desgracia.
- ¡No te culpes, Ismael! ¡Tienes que ser fuerte!
-La vida me dio la oportunidad de tener una familia perfecta, pero no lo valoré, después te conocí y tampoco te valoré. Nadie me mando a ser tan mal hombre… Ya era hora que pagara ¿No crees?
-Lamento todo esto. –Dije, colocando mis manos en mi corazón.
-No importa… Ya no se puede