Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl Bentley negro devoró los kilómetros hacia las afueras de Madrid con la voracidad de un depredador persiguiendo su presa. El cielo había pasado del naranja del amanecer a un gris plomizo que prometía tormenta.
Cassandra observaba cómo el paisaje urbano se descomponía en naves industriales y terrenos baldíos. Sus dedos tamborileaban contra el muslo en un ritmo irregular que delataba su ansiedad. En la boca le quedaba el sabor metálico del miedo mezclado con adrenalina. Recordó que tenía ocho años, esperando fuera del despacho de su padre mientras él decidía su castigo por haber roto un jarrón. Ese mismo sabor. Esa misma impotencia que ahora se convertía en furia.
El convoy se detuvo a doscientos metros del objetivo. Tres vehículos negros, formaci&oac







