Una hora después, Carlos y Gladys llegaron a la casa de Adams. Al estar frente a la puerta, el matrimonio vio algo que los desconcertó.
—Hola, buenas tardes —saludó una hermosa niña de aproximadamente seis años, vestida con el uniforme de una prestigiosa institución escolar de Nueva York—. Disculpen, ¿ustedes buscan a mi papi o a mi mami? —preguntó Adri, manteniendo su sonrisa.
Gladys miró a la niña con la emoción apenas contenida. Carlos, apretando su mano, le transmitía fuerzas mientras él mismo intentaba controlar sus sentimientos.
Entonces, Gladys, con una sonrisa que Carlos identificó como idéntica a la de la pequeña frente a ellos, se agachó a su altura y preguntó:
—Hola, buenas tardes, preciosa. ¿Cómo te llamas?
Adri titubeó un momento antes de responder.
—Mi nombre es Adriana Carter, pero mi papi dijo que pronto sería Smith.
Los Smith quedaron paralizados. Por supuesto que era una Smith. Para ninguno de los dos pasó desapercibido el parecido de Adriana con su padre a esa misma