Morgan salió del salón del hotel y, su teléfono vibró con un mensaje de Glenda:
"Ya lo sacamos de la habitación, ronca como piedra. Todo está bien. Más vale que mantengas a tu mujer tranquila, porque si le pongo las manos encima, no vas a poder casarte. Gracias."
Morgan leyó el mensaje y una sonrisa torcida apareció en su rostro. Sin perder tiempo, respondió:
"No te preocupes, cuñada. Ella no es mala, solo que no sabe qué es amar. Tú tranquila, que yo me ocupo."
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Morgan entró a la habitación donde Lili había dejado a Adams dormido, se desnudó y se acostó en la cama, fingiendo ser él. Tal vez no era ese el mejor método, pero ella había ido demasiado lejos; necesitaba una cucharada de su propia medicina.
Una hora después, Lili llegó, algo tomada, pero perfectamente consciente de lo que quería hacer. Mantuvo la luz apagada, pues no tenía la confianza para mostrarse desnuda ante Adams; después de todo, era su primera vez con un hombre. Dudó al pensarlo. En su interior, muy profundo,