Capítulo 7: Fuego y piel.
NARRADOR
La habitación parecía tener vida junto a ellos.
El aire estaba cargado de deseo, de una tensión que se filtraba por la piel y aceleraba los latidos. Elías no pronunció una sola palabra. Su mirada estaba clavada en Carolina, intensa, salvaje, como si quisiera devorarla con los ojos. Ella, con los labios entreabiertos y la piel erizada, supo que el momento había llegado.
Se acercó a él con pasos lentos, felinos, como si cada movimiento fuera parte de un antiguo ritual. Sus caderas se mecían con una gracia provocadora, una mezcla perfecta entre seguridad y entrega. No era una mujer ofreciéndose; era una diosa descendiendo al altar del deseo.
Al llegar a su lado, bajó la mirada, por un instante evitó sus ojos. Luego, con una elegancia casi sagrada, se arrodilló frente a él. Sus manos se posaron con firmeza en sus muslos, y lo miró con unos ojos que combinaban inocencia fingida y deseo brutalmente real. No hizo falta hablar. Su boca se abrió y lo envolvió lentamente, besando, expl