Capítulo 33: El costo del poder.
La oficina principal del Hotel Imperial estaba inmersa en un silencio tenso. Solo habían transcurrido unas pocas horas desde el choque con la reportera Alma Sandoval, pero para Elías Montero, cada minuto se sentía como un amargo recordatorio. La mañana transcurría demasiado lenta he interminable. Carolina reposaba en la habitación de al lado de la oficina, ajena a la tormenta que se avecinaba. Draco había mejorado la seguridad del lugar, sin embargo, Elías no se relajaba. Estaba revisando unos documentos cuando sonó el timbre privado de la oficina.
—¿Quién es? —preguntó con un tono seco.
—Disculpe la interrupción, Señor —contestó Marisa, la asistente—, pero han llegado dos visitantes inesperados. Insisten en hablar con usted.
—¿Quiénes son? —Elías frunció el ceño.
—Marco Antonio Montero… y Don Vittorio Mancini.
Elías se quedó callado por un momento. Su mandíbula se tensó. La llegada de su abuelo sin previo aviso ya era un mal presagio. Y tener a uno de los jefes italianos más poderoso