¿Un hijo suyo era el precio para escapar legalmente de ese matrimonio? ¿Cómo podía ponerle ese precio al divorcio? Ni siquiera nos agradábamos e imaginar toda una vida juntos era una locura.
—Nunca —le dije y quité su mano de mi nuca.
Él me soltó y yo retrocedí. Pero seguimos viéndonos con ojos suspicaces. Ninguno estaba dispuesto a ceder ante el otro.
—¿Estás segura? No creo que malgastar mi dinero te haga feliz para siempre. En algún momento te cansaras y querrás salir corriendo —sonrió sin humor—. Una mocosa como tú no soportará ser mi mujer por mucho tiempo, especialmente en la cama.
Enrojecí ligeramente, pero logré mantener la compostura y decir:
—Estoy segura de que... surgirá otra oportunidad que me separe de ti —y era oportunidad era matarlo cuanto antes.
Vengarme de él debería ser una tarea rápida.
—¿Oportunidad? —se burló irguiendo la cabeza y torciendo el gesto—. No habrá ninguna. Ríndete con eso.
Mi oportunidad era matarlo. Pero sí nunca lo lograba y los meses se v