Emma
— Bueno, Emma, más tarde paso por tu casa y hablamos —se acerca y me abraza.
— No, no, no —susurro.
— No seas tan miedosa —susurra en mi oído.
— Bueno… —hago un mohín —. Te debo un café entonces.
— No me olvido —me guiña un ojo —. Bueno, Theo, fue un gusto verte. Si estás en la casa, cenamos todos juntos —le da un beso en la mejilla y se dirige hacia la señora Hamilton —. Señora, un gusto.
— Igualmente, querida —responde Elle.
— Nos vemos luego, Margo. Saludos a las chicas —dice Theo mientras mi amiga se va.
Todos la observamos, al menos yo lo hago, me es más fácil hacer eso, que mirar a la madre de Theo, era una cobarde y lo sabía.
— Ahora, ustedes y yo vamos a hablar —Elle nos mira.
— ¿Qué necesitas, madre?
Theo lleva las manos a su pantalón y la observa sin ningún gesto en particular.
— Quiero saber por qué me entero a través de una revista que ustedes son pareja —su voz está cargada de reproche —. Pero, sobre todo, quiero disculparme contigo, querida —Elle camina hacia mí.
—