Emma
Luego del abrazo con mi jefe y la reunión para dar el reporte mensual, salí de la oficina dispuesta a hablar con Oliver y averiguar todo lo que podía sobre su día.
Pero apenas pisé el estacionamiento mi teléfono sonó, observé el número que aparecía en la pantalla y sonreí porque sabía que era mi madre.
— Mamá ¿Cómo la estas pasando? —sonreí.
— Emma
— ¿Tía Laura? —respondí, con una mezcla de ansiedad y preocupación en la voz.
— Emma… cariño… —su voz salió suave, pero tensa, como si estuviera tratando de mantener la calma —. Necesito que escuches con atención.
Mi mente comenzó a correr a mil por hora, imaginando mil escenarios posibles. El tono de mi tía solo podía significar una cosa: algo estaba mal.
— ¿Qué ocurre? —pregunté, sintiendo que un nudo se formaba en mi estómago.
— Tu madre… está en el hospital —su voz se quebró ligeramente al final.
Mi respiración se detuvo por un segundo.
— ¿Qué pasó? ¿Está bien? —logré preguntar, aunque la angustia comenzaba a apoderarse de mí.
Mis