Cap. 3

—Katherine, ¿puedes darnos un momento a solas? — La susodicha miro a su madre desconcertada. Violette no lo estaba sugiriendo, era orden que debía acatar con prontitud.

—Está bien. — terció la pelinegra, abandonando la oficina, esta vez anunciando su salida sin azotar la puerta como lo había hecho su supuesto padre.

¿Quieres agua, café…una copa? — Aventuró el Lemaire a ofrecerle algo cordialmente a la peli-negra y aligerar la tensión en la sala. Sus irises negros la contemplaron de pies a cabeza, seguía siendo la misma chica de universidad que lo dejo pasmado, a sus treinta y dos años lucia radiante y conservaba la belleza que la caracterizaba.

—No. — Replicó ella. Luego miro al hombre que una vez considero el más apuesto, dar un largo y elegante sorbo al vaso con brandy que sostenía con firmeza con la mano izquierda.

—La situación se tornó fantástica, y no lo digo en el buen sentido. Todo parece una broma bastante elaborada. — Habló Edmond. No esperó a que Violette diera su punto de vista, o lo tanto, continúo. — Por el bien de los dos, espero que tengas una buena explicación a todo esto. —

El orgullo de Violette se vio herido ante la apática y egocéntrica actitud que Edmond proyectaba hacia ella y Katherine. Realmente no tenía por qué otorgarle explicaciones, podía reservárselas, tomar a la niña y dejar al hombre con una duda eterna que lo atormentaría toda la vida. La prudencia no era un rasgo característico de la peli-negra, por lo tanto, herida, decidió dejarle en claro al pelinegro quien tenía las riendas de la situación.

—Ni siquiera sé si Katherine es mi hija ¿Cómo puedo asegurarlo?, además, si lo es, ¿Cómo pudiste ocultármelo tanto tiempo? Necesito explicaciones coherentes, Violette. — cuestiono Edmond con algo de enojo en su haber.

Con la cabeza en alto y el pecho erguido, Violette respondería a cada una de sus preguntas, pero a su manera.

—Por supuesto que es tu hija, ¿quieres que te recuerde aquella noche en la fiesta de Alfonse Velarion? — El rostro de Edmond se puso en blanco al ser mencionado tal hecho. — Bingo, solo se necesitan un hombre, una mujer, acto sexual y eso deriva a un embarazo ¿o deseas que imparta una clase de anatomía para que lo comprendas? — Dijo Violette sin controlarse.

—Claro que entiendo el proceso Violette, no soy estúpido. Confié en ti, tú te harías cargo de la situación. — Replicó el Lemaire, refiriéndose al diminuto percance que los tenía en ese embrollo.

—Y me hice cargo, pero ningún método anticonceptivo es completamente seguro, además, no entiendo que es lo que estas reprochando, yo crie a Katherine sola, sin tu ayuda. — Los trabajadores estaban congregándose a las afueras de la oficina, escuchando la disputa entre Violette y Edmond.

¡Esa es la razón Violette! ¿Cómo quieres que tome las cosas sin importancia?, Una niña de doce años llega a mi oficina argumentando que soy su padre ¿Cómo quieres que reaccione? — Edmond llevo una mano hasta su cabello, revolviéndolo un poco para después desabotonar el primer botón de la camisa y beber otro trago de brandy.

—No esperaba que sucediera esto. Estaba buscando el momento adecuado para explicarle a Katherine como son las cosas…— Violette desvió la mirada al suelo. Durante años había soñado con aquel encuentro solo para llevarse una enorme desilusión. — Los dos tomamos caminos diferentes…además, de haberte notificado sobre el embarazo ¿te habrías hecho cargo de ella? Que te claro que no te necesite antes y no te necesito ahora —

Edmond guardo silencio durante largos segundos. Ningún cuestionamiento filosófico lo había puesto en duda como aquella pregunta. Como hombre de honor y con escrúpulos, Edmond reajusto la parte superior de su vestimenta y miro a Violette lentamente.

—Por supuesto que lo habría hecho, pero en estos momentos no estoy seguro de hacerlo. Necesito una prueba de ADN para comprobarlo. Así, asumiré mis acciones como padre. —

—No te estoy pidiendo que las asumas, pude criar a Katherine yo sola y no necesito de tu ayuda para seguir haciéndolo. — Plenamente ofendida por el comportamiento del Lemaire, Violette se dispuso a abandonar el establecimiento en compañía de la niña.

—La duda ya está y tan fácil como fue implantada puedo conseguir un abogado para llevar este caso a la corte, tú lo decides Violette. Si las pruebas resultan negativas dejare todo por la paz y en olvido, pero si estas resultan positivas, no dudare en tomar el lugar y las obligaciones que me corresponden con Katherine —

Violette no respondió rápidamente, en su lugar, tomo el tiempo necesario para contemplar largamente al hombre frente a ella antes de marcharse. Ninguno de los dos habían esperado enfrentarse de tal forma, pero Edmond tenía un punto a su favor.

—Katherine es mi hija y por nada del mundo permitiré que la apartes de mí lado. — Mascullo Violette desafiante, apretando los dientes y el puño, conteniendo toda la furia interna para no borrarle la expresión altanera a Edmond de un golpe.

—Eso estará por verse, Violette, ¿acaso ya olvidaste quien vino a buscarme? — Su voz tomo un ende ponzoñoso, como si inyectar veneno o verter limón en la herida era el principal propósito.

—No te sientas importante, solamente tenía la curiosidad de conocer a su padre. Vaya decepción debe haberse llevado, ella te concebía diferente. — Ajusto el bolso sobre su hombro, controlando el impulso de tomarlo por la corbata para arrastrarlo fuera de la oficina. — Creo que no tiene mucho sentido continuar con esta conversación. —

—No, no lo tiene. — Se apresuró a responder Edmond, por fin los dos coincidían en algo a lo largo de la discusión.

—Si me disculpas. — La peli-negra viro sobre sus tobillos, abriendo la puerta de la oficina y anunciando su salida con un sonoro portazo que ahuyento a las masas. — Katherine, Kendall, es hora de irnos — dijo Violette a su hija y a la amiga de esta.

Las lágrimas resbalaban por las mejillas de Katherine. Definitivamente estaba absorta en una terrible pesadilla de la cual no tenía escapatoria. Su corazón se quebrantaba en mil pedazos y la idea de tener un padre a su lado parecía lo suficientemente lejana como para dejar de pensar en ello. Edmond Lemaire no había sido lo que imaginó, al contrario, aquel hombre se aventuró en poner en duda ese lazo sanguíneo que compartían y el cual, no le importaba romper para mantener su reputación intacta.

Ambas pequeñas se pusieron de pie y caminaron a la par de Violette. Existía un largo camino por recorrer. Edmond miro marcharse a aquella mujer que un día fue su sueño, y a la supuesta hija suya. Si Katherine era su hija, entonces, no solo tomaría a la pequeña niña, tambien forzaría a Violette a estar con él, como debía de hacer sido siempre.

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