Cap. 120

Al tiempo que la leche hervía y el chocolate se deshacía, Violette se tomó la libertad de revisar con cautela los recibos. Algunos de los avisos pertenecían a sus tarjetas, otros a los servicios de luz y agua y unos cuantos al colegio de Edmundo. Enmarcó una ceja al atisbar un sobre blanco, sin remitente o dirección.

—Edmond, cariño, ¿sabes de donde proviene esto?— Extrañada, elevó pliego para que quedara a vista del aludido.

—Hn.

—Edmundo, ve a despertar a Katherine. — Indicó Violette. Examinó el pliego sellado. Lo estudio por fuera una y otra vez, durante algunos segundos, prestando atención a la falta de datos.

—-Antone no está en su habitación. —

¿A qué te refieres con que no está en su habitación?— Quiso saber Edmond; no comprendía del todo el mensaje encriptado de Edmundo.

—Ella se fue de casa, aún estaba oscuro. Llevaba una mochila. No mencionó nada sobre viajar, pero había algo extraño en su rostro.

Confundidos y a la vez temerosos, Edmond y Violette intercambiaron mira
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