CAPÍTULO 31

Adam

Eran las seis de la mañana del sábado y estaba frente a la puerta de la casa de Amy. Toqué el timbre y nadie abría, toqué nuevamente y nada. Vi el reloj en mi mano, estaba a buena hora. Ayer Hanna me había escrito avisándome que a las seis de la mañana tenía que pasar a recogerlas.

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