Verdades a medias (1era. Parte)
El mismo día
New York
Matthew
Lo peor no es la tormenta. Lo peor es ver cómo se forma. Cómo se va armando allá en el horizonte, oscura, inmensa, inevitable… y no tener ni idea de en qué fallaste para terminar en medio de ella. Porque uno cree que está haciendo las cosas bien. O al menos lo intenta. Pero de pronto todo se desmorona. Todo. Como fichas de dominó que caen una tras otra y ya no hay forma de detener la cadena.
Y si eso ya es grave, lo difícil… es la sensación de hundirse. Esa impotencia. El vértigo de ver cómo se te va de las manos la vida que armaste, las certezas que dabas por seguras, las personas que creías firmes a tu lado. ¿Y qué se hace? ¿Esperar a que pase? ¿Aguantar? ¿Prepararte para el impacto como si eso sirviera de algo?
Supongo que nadie tiene la respuesta. Lo resolvemos cómo podemos. Sobre la marcha. Y nos mentimos. Nos aferramos a la esperanza como náufragos a una tabla podrida. Pensamos que todo volverá a la normalidad, que el daño no será permanente, que va