Jugando en las sombras (4ta. Parte)
El mismo día
Ontario, Burks Falls
Robert
En el ajedrez, como en los negocios —y mucho más en la guerra silenciosa que se libra entre hombres poderosos— no gana el más fuerte… sino el más paciente. El que sabe cuándo moverse y, sobre todo, cuándo quedarse quieto. Porque no se trata de tener la ventaja sobre el tablero… sino de hacerle creer al otro que la tiene.
No importa si tu rival empieza con mejores piezas o si lleva las de ganar a simple vista. Lo que importa es meterte en su cabeza, jugar con su ansiedad, hacerle dudar. Basta con una jugada ambigua, una amenaza sutil, una retirada estratégica… y verás cómo empieza a retroceder. No porque no tenga fuerza, sino porque teme que la tuya sea mayor.
Ahí está el truco: no mostrar las cartas de inmediato. Solo lo justo. Apenas lo suficiente para que se sienta observado. Inquieto. Para que crea que sabes más de lo que dices… para que empiece a cometer errores tratando de adivinar tu jugada.
La cuestión es usar todos los recursos a tu fav