Jugando en las sombras (2da. Parte)
El mismo día
New York
Matthew
Dicen que las lecciones más duras de la vida no vienen con advertencias. Llegan de golpe, sin piedad, con la fuerza de una tormenta que arrasa todo a su paso. Son crueles, desgarradoras… y horribles. Pero lo verdaderamente insoportable no es la lección en sí, sino lo que dejan atrás: desolación, rabia, impotencia. Eso es lo que te consume. Eso… eso es lo que no sabes cómo manejar.
Porque nadie te enseña a respirar cuando sientes que el aire no alcanza. Nadie te prepara para convivir con ese nudo en la garganta que no se disuelve ni con el llanto. Se vuelve parte de uno. Un peso invisible que aprieta el pecho y te recuerda a cada minuto lo que perdiste… lo que arruinaste. Y duele. Duele levantarse por las mañanas y saber que nada volverá a ser igual. Duele mirar atrás y no entender en qué momento se desmoronó todo. ¿En qué instante dejaste de ser suficiente? ¿Cuándo fue que elegiste tan mal?
Supongo que todos aprendemos así. A golpes. A base de errores que