Patricia, sintiéndose incapaz de esconder la verdad bajo la mirada de Fabiola, finalmente tomó un sorbo de la sopa para curar la resaca antes de hablar lentamente: —Me suspendieron.
Fabiola frunció el ceño: —¿Por qué no me lo dijiste, siendo algo tan importante?
—No sabía cómo decírtelo —suspiró Patricia. —Además, no quería molestarte siempre con mis problemas.
Fabiola: —Somos hermanas.
—Está bien, está bien, ¿quieres escuchar o no? —Patricia se hizo la coqueta, y Fabiola solo pudo resignarse y decir: —Habla.
—Es bastante simple, pero tengo que empezar desde Marruecos…
Después de que Fabiola y Benedicto dejaron Marruecos, Patricia continuó buscando testigos con Alejandro.
Pero después de buscar a decenas de ellos, no sabía si era por miedo a meterse en problemas o porque realmente no habían visto nada, nadie se presentó.
Con las vacaciones a punto de terminar, Patricia tuvo que rendirse.
Pensó que este asunto solo le haría cargar con la culpa ante la madre de Isabel.
Pero no esperaba q