Ignorando las miradas de todos, Fabiola miró a Haiman.
Anteriormente, Haiman se había estado moviendo, por lo que Fabiola no podía verla claramente.
Ahora, finalmente podía ver a Haiman con claridad.
Esa sensación familiar se hizo aún más fuerte.
Haiman también estaba mirando a Fabiola.
Los ojos y las cejas de la joven siempre le daban una sensación de gran familiaridad.
Sin darse cuenta, su voz se suavizó: —Jovencita, ¿cómo te llamas?
Fabiola volvió en sí: —Fabiola Salinas.
Por alguna razón, al escuchar este nombre, Haiman sintió una ligera decepción en su corazón, pero pronto preguntó cariñosamente: —¿Por qué quisiste cambiar mi guion?
Fabiola dijo: —Porque creo que, como hija, al saber que su madre la ha estado buscando todos estos años y nunca se ha rendido, no es posible que no se conmueva.
Algo brilló en los ojos de Haiman.
Ella comenzó a hablar con temblor: —¿Crees... crees que Gabriela no odiará a su madre?
—No sé si la odiará —dijo Fabiola. —Pero como hija, creo que Gabriela n