—La relación de Emilia con Claudia es demasiado buena, ¿no? Puede visitarla tan rápido.
Fabiola, con los brazos cruzados, observaba con calma a Emilia, rodeada y envidiada por varias hermanas, y soltó una risita.
Al oír esta risa, una de ellas se giró inmediatamente y miró a Fabiola con enojo.
Como un perro leal defendiendo a su dueña.
—¿De qué te ríes? Oh, ya sé, ¿estás celosa de que Emilia pueda visitar Grupo Salinas y tú nunca más podrás pisar Grupo Salinas?
Fabiola casi se ríe a carcajadas.
No quería seguir hablando con este grupo de personas con cerebros enfermos.
—Señor Vargas, ¿qué haces aquí?
Vargas finalmente tuvo la oportunidad de hablar: —Yo…
—Fabiola —Emilia se acercó con sus tacones altos, sin importarle interrumpir a Vargas. —Si quieres ir a Grupo Salinas, puedo llevarte.
La boca de Fabiola se crispó.
—¿Por qué necesitaría que tú me lleves a Grupo Salinas?
—Porque la CEO no te dejará entrar, ¿no?
—¿Por qué yo no me dejaría entrar —Fabiola cruzó los brazos, mirando a Emili