—Buenos días, señor y señora Smith—. Una guapa enfermera entró con un bebé en brazos.
Mi corazón empezó a latir deprisa, al saber que el niño que ella sostiene es de mi propia sangre.
—Aquí tienen a su maravillosa hija—. Le entregó el bebé en brazos a Amalia con suavidad y cuidado. Ella transfirió a nuestro bebé muy suavemente al brazo de mi esposa mientras la enfermera la ayudaba a cargar a Scarlett.
Rápidamente me dirigí al lado de mi esposa y me senté allí mientras ella acunaba a Scarlett cerca de su pecho. La enfermera se va en cuanto empezamos a acostumbrarnos.
Entonces cuando mis ojos finalmente fueron a ver a mi hija. No lo sabía, pero sentí que mi mundo se detenía y mi cuerpo se congelo en el acto. Llevaba tanto tiempo mirando a nuestra hija que no puedo apartar los ojos de ella. No quiero ni pestañear y perderme lo más mínimo de lo que hace. Tenía los ojos cerrados y emitía suaves gemidos.
Amalia estaba radiante mientras miraba a su p