Capítulo uno

Me recosté en la silla giratoria en el despacho de mi padre y solté un largo suspiro, acariciando con suavidad la cadenita que hace un tiempo Tanner me había dado. No sé hace cuánto se fue de casa, pues no me he dejado gobernar por la tristeza y he tratado de no pensarlo tanto, pero su presencia me hace muchísima falta. Extraño discutir con él por cualquier cosa, cuando entrenábamos cada atardecer o trazábamos alguna ruta en conjunto, pero más que todo, su compañía. Y, aunque hemos hablado un par de veces, no es lo mismo. Quiero verlo, tenerlo cerca y sentir el aroma de su perfume.

A pesar de todo lo malo, de ser conscientes de la vida que llevamos, su compañía me hacía bien. Mi amor por él estaba guardado en una cajita, pero bastó un beso y una confesión para que mis ilusiones despertaran con gran fuerza. Aunque he querido ir a buscarlo, la sed de venganza que corre por mis venas no me permite dejar solos a mis dos hermanos mayores en esta guerra. Ellos me necesitan tanto como yo, para derribar a nuestros enemigos, antes de que otro de los nuestros vuelva a caer.

Desvié la vista al retrato de mis padres y mis ojos se llenaron de lágrimas, pero rápidamente las sequé antes de que cayeran por mis mejillas. Mis padres nos hicieron fuertes, ni cuando éramos niños teníamos permitido llorar. En este mundo no podemos tener ni una sola debilidad, y si la teníamos, lo mejor era no demostrarla, eso era algo que mi padre nos repetía constantemente. Pero es que seguimos siendo seres humanos y sentimos, pese a demostrar todo lo contrario.

Extraño a mis padres, día a día pienso en ellos y en cómo hubiese sido nuestras vidas si no estuviéramos involucrados en este mundo tan cruel. Quiero creer que, si no fuéramos la familia que somos, ellos estuvieran aquí con nosotros, haciéndonos compañía y llevando una vida que muy en el fondo he soñado.

Holden, mi otra mitad, ha sido el único capaz de pensar en sí mismo y en sus sueños, pero a diferencia de nosotros, él tiene un buen corazón y jamás se ha dejado gobernar por la maldad. Mató, secuestró e hizo daño a las personas porque fue para lo que nacimos y nuestros padres nos criaron, pero nunca lo hizo por gusto o porque le generara satisfacción alguna. Aunque lo extraño en demasía y quisiera que estuviera aquí y no en otro país, me siento feliz por él, porque está viviendo sus sueños de ser libre y ser lo que siempre ha deseado.

Abrí el dije y saqué el pequeño chip de su interior, recordando las palabras que me dijo a la orilla de la playa. No sé nada de mi hermano más de lo que me ha dicho Tanner en las pocas ocasiones que hemos intentado hablar, pero quiero saber si están bien, cómo los está tratando la nueva vida que llevan y si no extrañan su hogar.

Aedus ha querido respetar su decisión, por eso no ha enviado a nadie para que lo vigile, pero se nota la angustia al saber que uno de sus hermanos está fuera de su alcance. Yo tengo la facilidad de buscarlos e ir por ellos, sin embargo, no quiero arruinar la vida que tanto han soñado.

Con las ganas latiendo fuerte en mi corazón, guardé el chip nuevamente en el dije y saqué mi teléfono para enviarle un corto mensaje a Tanner, pero no sabía qué decirle luego de nuestra última discusión, por lo que solo le envié un corto saludo. Los deseos de saber dónde están a veces se hacen muy fuertes y me dominan de una manera que no me permite tener paz, pero hice una promesa y solo podré descubrir su ubicación si llegaran a estar en peligro.  

«¿Acaso no estabas enojada conmigo? Recuerdo que la última vez que hablamos me dijiste que no te volviera a llamar», respondió enseguida, sacándome una sonrisa amarga y acelerando los latidos de mi corazón.

Más que enojada, estaba celosa y con una sensación en el pecho que todavía no logro descubrir. Saber que el hombre que amas está lejos de ti y en compañía de otra mujer no es nada agradable. Tan solo de pensar que se enamore de alguien más, mi corazón se hunde en mi pecho. Aunque está en todo su derecho de conocer mujeres, enamorarse y tener una relación porque él y yo no somos nada, mi lado más posesivo se niega a pensar en que eso puede suceder.   

«No estoy enojada contigo. ¿Por qué debería estarlo?». 

«No lo sé, dímelo tú», rebatió y los latidos de mi corazón fueron en aumento.

«Ya ni recuerdo cuando fue la última vez que hablamos, menos voy a recordar la razón de nuestra discusión. Siempre discutimos por cualquier estupidez, ¿lo olvidas?» 

«Te enojaste porque escuchaste la voz de una mujer, ¿lo olvidas?»

Lo recuerdo claramente, es imposible que olvide que estaba con una mujer en horas de la madrugada. Trato de no pensar para no hacerme ideas locas en la cabeza, pero recuerdo claramente esa dulce voz y acento americano susurrando su nombre. 

«No lo recuerdo, porque no es importante para mí lo que hagas o dejes de hacer. Solo te escribo para saber cómo está Holden», respondí de mala gana. 

Cuando pensé que no iba a responder a mis mensajes, mi teléfono empezó a sonar. Es un anhelo saber que voy a escuchar su voz. 

—Te voy a creer por esta vez, pero solo porque no te tengo de frente —fue lo primero que dijo al instante en que tomé la llamada—. Tu clon hecho hombre está en perfectas condiciones, tratando de ligarse a la vecina del lado que te digo que está buenísima. Consiguió el trabajo que tanto soñó y día a día lo veo despertar con una sonrisa en el rostro. No creo que te extrañe, es más, ha de estar de maravilla porque no ve tu cara.  

—¿Acaso amanecen en la misma cama para que des fe de ello? —bromeé, ignorando el resto de su verborrea—. Vaya, todo lo esperaba de ustedes, menos que se atrevieran a cruzarse de piernas. 

Soltó una risita divertida, antes de que empezara a contarme todo lo que estaban haciendo y lo bien que les estaba yendo. Incluso Tanner me contó que consiguió trabajo en una importante empresa de comunicaciones. A diferencia de las otras veces que hemos hablado, no discutimos ni una sola vez.

No hablamos de nada referente al negocio, solo de Holden, de él y de trivialidades. Bromeamos e incluso sentí que me estaba coqueteando, pero no quería hacerme falsas ilusiones, después de todo, nada puede existir entre nosotros, solo llamadas a larga distancia y que no superen más de veinte minutos.

Me olvidé del mundo entero al estar hablando con él, porque con facilidad acapara toda mi atención, pero cuando nos dijimos un forzoso adiós, mi corazón se hizo pequeño. Pueden pasar semanas o meses que no podamos comunicarnos, por lo tanto, no sé hasta cuando pueda volver a escuchar su voz. No hablamos de nosotros ni de sentimientos que nos haga tener la conversación que se quedó pendiente antes de marcharse. 

Es en este momento en el que deseo ser como Holden y no ser parte de este mundo, pero hasta no vengar la muerte de mis padres, no podré ser feliz. Solo que no sé si Tanner está dispuesto a esperarme.  

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