—¿Eres feliz?
La pregunta, en un momento donde Tanner besaba mi espalda desnuda y sus manos se desplazaban de mis senos hasta mi vientre bajo, me sacó por completo del trance en que sus caricias suaves y ardientes me tenían.
Escuché su risita ronca chocar contra mi piel y me estremecí, tomando una honda bocanada de aire.
—¿No piensas responderme, amor? —susurró, guiando su mano derecha por mi vientre hacia el centro de mis palpitaciones y humedad—. Quiero saberlo.
—Soy demasiado feliz…
—¿Te encanta cada despertar que te doy? —volvió a preguntar, mucho más bajo y ronco al tiempo que sus dedos de perdían entre mis piernas y palpaba mi humedad.
—Es lo que más me encanta, que cada amanecer me demuestres tu amor y lo mucho que me deseas.
—Te amo —siseó en una lenta caricia que alborotó aún más los latidos de mi corazón—. Te amaré hoy, mañana, pasado mañana y todos los días de mi vida. Te amo con locura.
Y aquellas palabras bastaron para que me diera la vuelta entre sus brazos y lo tomara d