La sala de nuestra pequeña casa quedó en silencio. Adentro, en la recámara estaba Yvonne con mamá y la doctora.
Fui de una vez por una cerveza y la bebí de a tiro, en todo el día no había comido nada y la poca agua que tomé no calmaba lo tan deshidratado que estaba. Fracasé en la mañana llevando a Yvonne al pueblo y no solamente por el encuentro con Ayarit, también como la traté con respecto a su familia y su hermano. A medida que pasaron los días desde su llegada, por nuestras charlas descubrí que había sido capaz de conseguir muchas cosas por sí sola y ser independiente, tanto así que decidió darle la espalda a sus costumbres y venir aquí conmigo, arriesgarse a lo desconocido porque podía resolver las cosas por sí mismas y una de esas cosas resulté ser yo.
Me avergonzaba recordar lo ale