25.
Él seca los platos, pero aun así los deja en... no sé como se llama esa cosa para que se sequen los platos solos, solo sé que está hecho como de hierro. Deja el trapo en la cocina y se sienta en la silla que esta a mi lado derecho.
— ¿Hay otras reglas?
—Aprende eso primero.
—Yo ya lo sé— murmuro mirando al suelo.
«¿Tan tonta me veo?»
—¡Eres una idiota que no sabe hacer nada bien! — me patea el pecho— con razon preferiste huir de la escuela, seguro hasta te echaron— esta vez sí lloro. Él me dice muchas cosas, pero por alguna razón esta si dolió y lo peor es que solo es la primera vez que la dirá.
—Ey, cerecita. ¿Qué tienes? — su mano está agarrando la mía.
—Yo... recordé algo, pero estoy bien— suelto su mano para llevar mis dedos a mi pecho, cuando toco no hay dolor. A veces pienso que algo esta mal en mi cabeza, esas cosas se sienten tan reales.
—¿Quieres ir al pueblo a comprar helado? — lo miro de inmediato, pero él se estrella la mano contra su rostro de la nada — mier... digo