23.
Aprieto la sabana. Tú puedes contenerte, Marcus. No respires, mira solo su rostro. No respires. Escucha su corazón, escucha cada latido.

—Lo siento —repito al ver que ella no reacciona— ¿Cerecita?

No hay temor en ella, pero tampoco algo que me haga pensar que le gusto.

—Sé que debí pedirte permiso, lo sé, lo siento. Estabas tan alterada. Se me desgarra el alma cuando lloras y te estabas culpando— ella frunce el ceño— ¡Yo solo quería evitar que siguieras sintiendo algo así!

Me cayo cuando ella retrocede. Zah toma el control para estamparnos de nuevo contra la pared. Lento, casi en camara lenta ella va recostando su cuerpo a la cama. Cierra los ojos y yo araño mi nuca mientras me rasco.

«Patetico, patetico. ¡Mil veces patetico!»

Pego mi cabeza una y otra vez contra la pared.

—¡Detente! — hago lo mismo— ¡para, Marcus, para!

La miro o eso intento ya que se ve borrosa.

—No soy malo, no me temas de nuevo. Te lo suplico.

—Ven.

Por la velocidad a la que llego a la cama se mueve, inclu
Asíntota

Les pido que no traduzcan lo que dijo Rasine, siento que es mejor esperar y verlo desde la perspectiva de Marcus. ¿Qué piensan? ¿Quién o quiénes estarán detrás de la puerta?

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