Capítulo 1.

En cuanto cumplí la mayoría de edad compré una pequeña casa a las orillas de la zona residencial.

Había trabajado desde pequeña, así que tenía algo de dinero ahorrado.

En ese entonces el espacio se sentía enorme. ¿Ahora? Ahora me sentía un poco claustrofóbica.

Llevaba en mi antigua manada un par de semanas esperando pacientemente a que mi bebé quisiera salir. En teoría tendría que ser en uno de estos días ya que acababa de cumplir los nueve meses de embarazo.

Me había hecho un par de tomografías para ver si la posición en la que venía era la correcta y también para saber el sexo. Era una hermosa niña.

Bien, algo bueno salió de esa noche de fogata en la que brevemente creí que la otra parte de la paternidad quería una relación estable conmigo.

No sé por qué m****a me sorprendía. Yo había asistido un montón de partos con la misma historia: Chicos en una noche alocada sin protección daba como resultado a un bebé. Y casi nunca el padre se quedaba para ayudar a criar.

Si. Me sentí un poco estúpida por no haberlo sospechado antes, yo solo fui un cuerpo caliente con el que desahogarse en la luna llena.

Lección aprendida.

Si mi pareja no me quiso, ¿Por qué con un lobo sería diferente? Además, hasta donde sabía, él no había encontrado a su pareja. No estaba en la misma situación que yo, él tenía una pareja en alguna parte.

Después de mucha autoterapia y un cambio de territorio, yo estaba lista para seguir adelante. Mi pequeña Valerie, yo y mi nuevo título de Beta.

Yo, una Beta.

Si me hubieran dicho hace un año que tendría un bebé, cambiaría de manada y sería una Beta, yo hubiera disparado a esa persona.

Como sea, el trabajo era sorprendentemente más fácil que ser doctora. Alfa Rose estaba bastante impresionada con mi habilidad de organizar, clasificar y hacerme cargo de los pequeños asuntos.

-Es como si hubieses nacido para esto. - Dijo Alfa Rose con una sonrisa. - ¿Cómo es que lo haces?

-Trabajé en al recepción de la clínica por un tiempo antes de ser doctora. Después fui encargada de los archivos de los pacientes y me ascendieron a jefe del área de urgencias. Esto -Dije señalando su montaña bien organizada de papeles sobre el escritorio- está mucho más organizado y con mejor letra de esos archivos.

Ella solo se rió y murmuró algo sobre conseguir un doctor como Beta porque fue una genial idea.

Si, creo que estaba lista para el reto de encargarme de un bebé, ser la doctora oficial de la manada y cumplir con los deberes de un Beta. Era una manada pequeña, así que no sería un trabajo enorme y me daría la oportunidad de criar a mi hija en un ambiente tranquilo. Después de todo, era una manada conformada principalmente por niños.

La vida era buena... hasta que ya no lo fue.

Justo por la noche había comenzado a sentirme inquieta. Era como si hubiera una leve presión en mi abdomen que me impedía estar en una posición cómoda para dormir.

Me sentía demasiado extraña; ahí fue cuando supe que estaba por dar a luz y una enorme sonrisa se deslizó por mis labios.

Me levanté de la cama en la oscuridad y salí al patio para transformarme. No tendría a mi bebé en mi forma de lobo, pero ayudaría a que el bebé saliera más rápido si hacía un medio trote por el bosque.

Estaba yo dando algunos pasos en mi forma de lobo cuando lo sentí. Fue como si una luz invadiera mi cuerpo y cosquilleo caliente inundara mis venas.

Traté de pararlo porque eso solo podía significar una cosa: Luna.

Estaba pasando por el proceso de convertirme en una Luna. No podía.

Malditamente no podía.

Mientras más luchaba, más brillaba y la sangre comenzó a hervirme. Podía sentirlo.

Con lagrimas de frustración dejé la lucha por el bien de mi bebé y todo acabó en un par de segundos. Mi cuerpo dejó de ser un jodido árbol de navidad y el característico olor a Luna comenzó a emanar de mi cuerpo.

Colapsé en un lío lloroso. ¿Por qué ahora?

Hace nueve meses la oportunidad de tener un nuevo compañero la hubiera recibido con los brazos abiertos. Ahora quería gritar... y vómitar. Quizá no en ese órden.

Me levanté con mis patas inestables y dejé salir el contenido de mi estómago. Esa presión que hice en mis músculos hizo que un terrible dolor en mi zona pélvica comenzara. Estaba adelantando lo inevitable.

Me transformé y me dirigí de nuevo hacia mi casa; tomé las llaves del auto que acababa de conseguir el mes pasado y volví a salir para llegar a la clinica. Necesitaba algo para contener las nauseas... y necesitaba pensar en qué m****a haría.

Era el peor momento para tener a mi bebé.

Me subí al auto con piernas inestables y recordé todos y cada uno de los consejos que yo daba a las lobas que estaban por dar a luz.

1. Respirar profundo.

Respirar era una m****a. Ni siquiera podía hacerlo con normalidad, ¿Cómo lo haría profundamente?

2. Tranquilizarme.

¡Ja! Claro que me tranquilizaría, en cuanto despierte de esta horrible pesadilla en la que me he convertido en Luna a unos momentos antes de parir.

Nuestra Gran Madre debía de estar partiéndose de risa en este momento.

La pregunta más obvia aquí era ¿Por qué carajo ninguna de las lobas que llegaron a mi consultorio me rebanó la garganta después de darles tan inútiles consejos?

Me detuve una calle antes de llegar a la clínica porque, sencillamente, el lugar estaba repleto. De hecho había una gran fila con lobas en diferentes estados de agitación esperando entrar al área de urgencias

No sabía que estaba pasando y, la verdad, tenía problemas más importantes como para detenerme y preguntarles sobre sus asuntos.

Caminé / me arrastré hasta la recepción pasando por delante de las lobas. Algunas me gruñeron hasta que mi aura y mi olor llegó hasta sus fosas nasales. Después de eso bajaron la mirada.

Cuando por fin estaba llegando a recepción, pude captar más o menos el por qué del alboroto.

-Por última vez Sydney. - Dijo la loba en turno de la recepción. - Ni aunque me pagues una ridícula cantidad de dinero voy a hacer que pases con un doctor. ¡No es una m*****a emergencia!

-¡Lo es! Alguien tiene que revisar mi nariz, ¡Estoy segura de que yo soy una Luna!

-¡Yo también lo soy!

Las chicas más cercanas a la loba recepcionista comenzaron a gritar que todas eran Lunas, así que ignoraron mi avance lento y tortuoso hasta su escritorio.

Justo en ese momento la loba me vió y se levantó como un resorte.

-¡¿Doctora Paula?! ¡¿Ya es hora?!

Por supuesto que me reconocía, había estado viniendo cada tercer día para controlar el día del parto de mi bebé. No quería que me sorprendiera.

Casi me reí. Casi.

-Dile al doctor Harry que estoy lista. - Dije con dientes apretados.

Ella corrió ignorando los chillidos histéricos de las lobas sobre "merecer" ser atendidas en ese mismo momento.

-¡Seguramente lo de esa loba ni siquiera es urgente! ¡Parir no es complicado! - Gritó la más ruidosa a la espalda de la loba recepcionista. - ¡Trae a todo el maldito personal para que me atiendan ahora mismo!

Eso me hizo verdaderamente enojar. Así que gruñí y saqué en ese único sonido todo mi dolor y frustración por una situación que me rebasaba. No estaba de humor para aguantar a lobas idiotas.

La habitación se volvió silenciosa.

Por el pasillo llegó corriendo el doctor Harry junto a una enfermera llevando una silla de ruedas.

La enfermera me acomodó amablemente mientras el doctor me hacía preguntas. Admiré su profesionalidad, ni siquiera parpadeó al olerme de cerca.

La enfermera solo me miró con preocupación.

Si, yo también estaba preocupada.

Ingresamos y me llevaron hasta una camilla en la que me acosté en posición fetal.

Otras enfermeras comenzaron a llegar trayendo los instrumentos necesarios. El doctor las envió brevemente a solicitar un médico de guardia para que atendiera a la fila enorme que aún se encontraba afuera.

Después de que salieran de la habitación, el doctor comenzó a ponerse sus guantes cuando el sonido del móvil que se asomaba de su bata sonó fuertemente.

-Dame un segundo. Permíteme ponerlo en silencio... m****a. Es mi hija.

-Adelante, este bebé puede esperar unos minutos más. - Dije con un intento de sonrisa.

-Lo siento, nunca llama a no ser que sea una emergencia. - Dijo y contestó rápidamente.

-¡Papá! Necesito verte, ¡Es urgente! Voy para allá. - Dijo la voz de una loba joven al otro lado.

-¿Qué es? ¿Qué sucede?

-Mi amiga Abigail acaba de llamarme; Alfa Luna Rose ha enviado un mensaje a todas las lobas solteras y de más de quince años para que nos presentemos al amanecer en la explanada junto al árbol de Noa. - Dijo apresuradamente como si estuviera corriendo.

El doctor parpadeó.

-Uh...

-Vienen dos nuevos Alfas al territorio, ¡Dos jovenes! Vienen a buscar a su Luna. - Chilló histéricamente.

El doctor Harry me miró brevemente ya que yo chillé junto con ella

Carajo, carajo, carajo...

Esta iba a ser una larga madrugada.

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