Capítulo 2.

-Uh... está bien, ¿Qué es lo urgente? -Dijo el doctor cuando le hice un gesto de que estaba bien.

"Solo contracciones" articulé.

-Necesito que cheques mi nariz. Yo debo de ser la Luna que buscan, es solo que aún debe de ser muy ligero el aroma. - Dijo con un jadeo. - Estoy a diez minutos.

-Hija... - Dijo apretando los ojos con los dientes apretados. - Eso no es malditamente urgente.

-¡Lo es!

Mientras el doctor seguía discutiendo con su hija, yo tuve que pensar rápido.

No había leído el mensaje del que hablaba la loba, pero eso no era relevante ahora. Lo importante es que el amanecer era en tres horas.

Tres horas para que me encuentren.

Joder, no podría moverme mucho después de dar a luz. Tendría que irme de aquí ahora.

En mi cabeza nublada por el dolor se me ocurrió el plan más estúpidamente temerario y desesperado del mundo.

Llamé la atención del doctor Harry y le susurré que los gritos me estaban dando migraña. Enseguida se disculpó y salió de la habitación.

No había tiempo. Apreté los dientes y tomé la sábana de la camilla; extendí la cosa y comencé a apilar instrumental entre contracciones.

Cuando estuve lista tomé mi saco improvisado y abrí ligeramente la puerta. No había nadie en el pasillo.

Tomé una respiración profunda y antes de perder valor corrí hacia la puerta trasera.

En el último tramo choqué con una enfermera; por suerte no golpeó a mi bebé y no caí de culo. Aproveché que ella si lo hizo para seguir con mi loca carrera.

Rodeé la clínica y fui directa a mi auto.

Me puse el cinturón mientras tomaba otra bocanada de aire y ponía en marcha el vehículo.

La entrada de la manada estaba siendo vigilada por dos lobos a los que solo tuve que saludar antes de que me dejaran salir. Tuve suerte de que fueran antiguos pacientes míos.

Por la siguiente media hora pisé el acelerador a fondo concentrándome en el camino y rezando por que mi olor no se quedara mucho tiempo por ahí. No podría llegar hasta mi destino si el Alfa venía tras de mí con un propósito.

Ya había perdido mucho tiempo aquí. ¿Y si el Alfa ya había captado mi aroma? Mi cabza decia que era imposible pero... la parte racional de mi cerebro no funcionaba correctamente.

No podía quedarme en mi antigua manada y tampoco podía contar con que Los Alfas de Apleetree protegieran a mi bebé; si estos eran dos nuevos Alfas, entonces no tenía ningún tipo de conocimiento sobre sus personalidades o habilidades. Todas las manadas habían escuchado hablar sobre la fuerza imparable de la naturaleza que era Bastian y, sin embargo, Rose demostró ser mejor que él en una batalla.

Entonces vino un Alfa del Norte y todo lo que creíamos sobre la fuerza se derrumbó. Ahora, mi Alfa era conocido como el lobo más fuerte del Continente y solo un idiota trataría de meterse con él; eso había sucedido y, según Alfa Rose, la amenaza ya había sido eliminada.

Así que... si. Dentro de mi plan temerario, además de  tener un maldito parto sola y sin anestesia porque soy así de risible, tenía que llegar hasta el Alfa Alan y convencerlo de alguna manera de que acepte a mi hija como parte de su manada.

Si, porque desde el momento en el que el Alfa desconocido me vea, sus instintos tratrán de hacer que me reclame y una vez suya, mi bebé será una carga para él. No han habido a lo largo de nuestra historia muchos registros de lo que sucede con los hijos anteriores de la unión, y en los pocos que existen no habían tenido finales felices esos niños.

La siguiente media hora lloré.

Y cuando terminé de auto compadecerme, recordé que mi móvil se había quedado en mi casa.

Tenía que hacer una parada para conseguir uno y tratar de llamar a... ¿A quién? Mi teléfono era el que tenía los números de Vanesa y de Alan.

Estaba tan jodida.

Y, como si este día no fuera a terminar nunca, comenzó a llover tan fuerte que no podía ver más allá de un par de metros por delante.

Entonces las contracciones serias comenzaron.

Me detuve a un lado del camino. De todas formas no había nada más que pudiera hacer en medio de... ninguna parte. Estaba yo en la jodida carretera.

Rompí aguas.

Encendí la luz interna del auto y con algunas maniobras pude ir a la parte trasera.

Pinzas, dos toallas, algunos cuchillos...

-Y así es como se hace un parto en solitario. - Murmuré.

Mi bebé saldría en los siguientes diez minutos estuviera o no lista.

Me quité las mallas térmicas que habían quedado inservibles y me preparé mentalmente.

La siguiente contracción me hizo ver borroso, así que ya era hora de pujar. Y lo hice por los siguientes 15 minutos hasta que la cabeza de lo que yo sentía como una sandía comenzó a brotar de mis partes de chica.

Rugí rivalizando con los truenos de afuera en un último pujón desesperado. Con manos temblorosas cogí a mi pequeña Valerie que chillaba desconsoladamente.

Primero lo primero.

Tomé las tijeras y unas pinzas para tratar con el cordón umbilical.  Tomé una de las toallas y la limpié, luego me levanté la blusa y amamanté a mi bebé.

Mientras ella estaba distraída, saqué la placenta de mi cuerpo y la tiré a los pies del asiento. Yo no abriría la ventana para limpiar aquí en este momento.

Me tomé unos minutos para reponerme antes de bajar el asiento trasero para llegar hasta la cajuela. Muy responsable de mi parte el cargar algunas mantas y pañales por si acaso.

Otras cuantas respiraciones profundas y comencé a maniobrar de nuevo hasta el asiento del conductor.

-Nosotras podemos, Valerie. Solo tenemos que llegar hasta la tía Vanesa y nuestro Alfa. - Murmuré muerta de miedo.

Miedo por ser encontrada antes de llegar a la seguridad... y miedo porque algo había salido mal durante el parto. Mi bebé me había desgarrado al salir y necesitaba ayuda de alguien para suturar el área, algo que no podía hacer ya que mi elasticidad no era tan buena y yo no era tan valiente.

Así que simplemente apreté una toalla contra el área y conduje las siguientes horas con visión borrosa. Sabía que me estaba desangrando lentamente, solo esperaba no desayarme en el camino.

Solo me detuve un par de veces para recargar gasolina; menos mal que los humanos estaban medio dormidos al atenderme porque de otra forma no creo que hayan visto normal mi rostro ceniciento y la sangre dentro del auto.

Para cuando finalmente llegué, mi cuerpo temblaba incontrolablemente y sospechaba que lo único que me mantenía en pie era la adrenalina que aun circulaba por mi cuerpo.

Me detuve a unos metros de la entrada de la manada y un par de lobos que no reconocía se acercaron con cautela.

-MI nombre es Paula, soy la doctora y la Beta del Alfa Alan. - Dije rápidamente bajando la ventanilla del auto. - Por favor, ¿Podrían traerlo? Es una emergencia.

Los lobos se congelaron cuando olieron el aire. Entonces un rostro conocido se acercó al auto y supe que esto iba a ser difícil.

-Lo sé, Harold. ¿Podrías decirle al Alfa Alan que solicito una audienciacon él, por favor?

Él se fue tras darles algunas instrucciones cortas a los guardias de la entrada. Yo aproveché que me dejaron sola momentáneamente para "adecentarme". Yo era un asco y mi bebé... bueno, ella era hermosa, la unica que necesitaba no verse como la m****a era yo.

Tomé de la cajuela un par de mallas para el frío y me las puse con gran dolor. Eran bonitas y blancas... esto iba a ser muy divertido.

Agotada, subí de nuevo al auto para descansar brevemente dentro. Fue cuando un gran mareo me invadió. Ah, m****a.

Mi Valerie era un encanto, había estado tranquila todo el camino y eso lo agradecía mucho.

Vi al Alfa y un pequeño comité de "bienvenida" venir hacia el auto y salí de ahí tratando de que mis piernas no colapsaran debajo de mí.

Supe el instante en que olió lo diferente que había en mí poque se tensó y levantó levemente su boca enseñando un colmillo hacia mí. Yo también supe que había algo diferente y mi mirada se dirigió a Lia.

Le di una cálida mirada a pesar de que mi visión se hacía cada vez más borrosa y le dije que me alegraba por ella. Lo hacía, la chica se había convertido en una amiga rápidamente así que compartía su felicidad a pesar de las circunstancias.

Luego hice una profunda reverencia hacia Alfa Alan.

 - Alfa.

-Paula... no puedo. ¿Sabes quién es el Alfa?

Por supuesto que sabría por qué estaba aquí, Era un lobo listo y habría intuido por qué me había quedado fuera de la manada en vez de pasar dirctamente..

-No. Es por eso que vengo a presentarle a mi hija y a pedirle que la acepte como parte de su manada.

-No puedo permitirme una guerra en estos momentos, Paula. Acabamos de terminar con todo el asunto de los ataques a un gran costo, ¿Por qué no se lo pides a los Alfas Bastian y Rose?

Si, también estaba al tanto que de ahora en adelante solo habríamos tres adultos y un montón de cachorros.

Lia nos miró confundida y Alan iluminó el por qué yo estaba aquí desesperada por este favor.

-Eso...

-Eso quiere decir que su hija puede no ser bien recibida por su nueva pareja y viene aquí buscando protección para ella.

-Por favor, Alfa Alan. Usted es el Alfa más fuerte de todos los territorios del continente. - Dije cuando la oscuridad estuvo al borde de mi visión. - Ni siquiera el Alfa Bastian o Alfa Rose pudieron hacerle un rasguño; se lo ruego, acepte a mi hija como miembro de su manada.

No sabía qué más hacer si el Alfa Alan se rehusaba a aceptar. No tenía fuerza para ir a cualquier otra manada, colpasaría en los siguientes minutos. M****a, m****a, m****a...

-La recibiremos. - Dijo Vanesa tocando a mi bebé, ni siquiera la había sentido acercarse. - En esta manada será querida y protegida, ¿No es cierto, compañero?

El Alfa Alan suspiró y vino hacia nosotras pidiendo a mi bebé y yo quise llorar de alivio cuando se la entregué.

-Todo lo que mi compañera quiera. - Dijo y unió su frente a la de Valerie. - Está hecho. Tu hija goza de mi protección ahora.

-Gracias, gracias, Alfa y Luna. - Dije inclinándome de nuevo para agradecerles apropiadamente.

La imagen de mi bebé segura en los brazos del Alfa Alan fue lo último que vi antes de colapsar.

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