Beta Alfa, ¡Aléjate de nuestra hija!
Beta Alfa, ¡Aléjate de nuestra hija!
Por: Iriani Balandrano
Prólogo.

Rowan. (Hace nueve meses)

Ser Beta era el mayor logro de toda mi vida y algo que me llenaba de orgullo.

Tenía que recordarme constatemente ese hecho. Sobre todo días como hoy en los que había ido de manada en manada para compartir la evidencia de que mi Alfa no había tenido nada que ver en los recientes acontecimientos que involucraban bombas, lobos muertos y mucha diversión.

Acaba de llegar de esa misión cuando Bastian me informó que ahora debía de hacer algo ridículo antes de la cena.

-¿Por qué m****a tengo que organizarlo yo? - Pregunté con incredulidad cuando mi Alfa me ordenó que comenzara los preparativos inmediatos para una enorme fiesta en la que pretendía pedirle a su pareja... pues eso, ser su pareja formalmente.

-Porque, y cito: "Para eso están los Betas". - Dijo Bastian con una carcajada.

Yo fruncí el ceño.

No entendía por qué hacer toda esta jodida fiesta solo para reclamar a la chica. Vaya, no negaría que era una chica bonita y tenía varias cualidades aceptables para una humana, pero... ¿Una fiesta?

Después de los últimos días que hemos pasado lo que menos quiero hacer en este momento es mezclarme con la manada.

Yo quería dormir.

Bueno, quizá dormir después de mi dosis diaria de masoquismo con cierta loba doctora que hacía que mis bolas se apretaran cada vez que me daba alguna órden...

-¿Hola? ¿Me estás escuchando? - Preguntó Bastian divertido.

-Por supuesto.

-Ajá. - Dijo arqueando una ceja.

Yo suspiré.

-Escucha Bastian, aún no estoy cien por ciento bien de lo que pasó hace unos días, ¿No me darás un jodido descanso? Me lo he ganado.

-Te lo has ganado, si. - Dijo cruzándose de brazos. - Desgraciadamente solo tengo un Beta y unos... quinientos? ¿Seiscientos lobos que guiar? Ni siquiera he hecho el conteo exacto. Así que, te necesito hasta que asigne un par de Betas más al trabajo. Tendrás tus vacaciones pagadas... solo que no serán hoy.

Yo suspiré resignado.

-Anímate, en cuanto termines de organizarlo todo, puedes divertirte un rato. Habrá un montón de lobas sin pareja... o viudas, de esas que tanto te gustan. - Dijo moviendo las cejas.

-No es que me "gusten". - Dije cruzándome de brazos. - Es solo que ninguna de ellas espera que me quede después de una noche para jurarles amor eterno. Saben perfectamente que no soy su pareja y no se pegarán a mí después.

-Eres un macho muy romántico. - Dijo Bastia. dándome algunos golpes en el hombro. - Bien, no tengas diversión. Solo ve y organiza a los lobos. Necesitamos alcohol, algunas mantas, comida...

-Si, si, si. Cualquier m****a de la que no te tengas que ocupar tú. ¿Qué harás hasta entonces?

-Darme un muy largo y merecido baño. Después tengo que planear mis siguientes cincuenta citas con mi pareja, así que estaré muy ocupado. Avísame cuando tengas todo listo e iré a recoger a mi chica.

Y así sin más se fue tarareando cosas sin sentido sobre la "fabulosa fiesta que iba a organizar".

¡Ja! Tendría suerte si no huía y nunca más me volvía a ver.

Fue tentador irme sin mirar atrás por al menos cinco segundos, luego me resigné a aceptar que me había encariñado con el macho y que vivir como lobo solitario había dejado de ser atractivo a los dos días de vivir en el bosque cuando era niño.

Me di la vuelta y arrastré los pies hasta el sitio provisional de entrenamiento. Ahí los lobos se mostraron mucho más animados que yo por la idea de una fiesta.

Ellos mismos se organizaron junto a los lobos de la otra manada... nuestra manada. Era confuso aun.

El punto era que todos reconocían mi autoridad como Beta y no tenía la necesidad de repetirme. Para cuando comenzó a atardecer fui a avisar a Bastian que todo estaba en orden.

-¿Qué piensa la manada de Rose sobre tener dos Alfas?

-No tienen problemas. Confían en Rose y en tu reputación; con lo único que están inconformes es con el tema de los Betas. Además de Edson y de mí no hay otra autoridad después de ustedes, así que se sienten inseguros sobre molestarnos con sus pequeños problemas cuando ven que estamos hundidos hasta la m****a de pendientes.

-Hablaré con Rose. - Dijo Bastian con un suspiro. - Debe de tener a alguien competente entre sus filas.

-Todos sus Betas, con excepción de Edson, murieron unas horas antes de que ella se alzara como Alfa. Que yo sepa, no hay nadie haciendo fila por el puesto. - Dije honestamente. - Tendremos que entrevistar a algunos guardias; debe haber alguien que quiera ser explotado laboralmente, sin vacaciones, sin aumentos de sueldo, pendientes de las fiestas por capricho de los Alfas...

-Deberías de regresar a la clínica, obviamente no estás en tus cinco sentidos si pensabas que el trabajo de un Beta era tomar el té y asistir a reuniones sociales.

-Asisto a reuniones sociales también. ¿Acaso olvidas que acabo de regresar de dar la vuelta por el continente esta misma mañana? - Dije quejumbrosamete.

-No lo olvido. Y estoy seguro de que tampoco lo olvidarán ninguno de los lobos con los que te hayas encontrado hoy; tienes una insana tendencia a decir lo que piensas sin importar a quién tengas en frente.

Tenía un buen punto. Ser Beta me había dado un poco de impunidad ante mi gran boca, pero aún así he estado trabajando por años en modificarlo.

Hasta el momento nadie me había retado a un duelo, pero Bastian siempre decía que era cuestión de tiempo.

Ninguno de los dos estaba preocupado por ese hecho. Yo no era un mal peleador, era lo que sucedía cuando tenías que sobrevivir en el bosque sin más herramientas que tus propias garras.

-Como sea, ya he terminado. Los nuevos lobos se encargan ahora mismo de hacer bebidas con las manzanas del árbol de Noa.

-Estoy seguro de que eso le encantará a mi pareja.- Dijo con una carcajada.- Gracias Rowan, realmente lo aprecio.

-De nada. Iré a descansar.

Él se fue en dirección a la casa de Rose. Algo me decía que esa terminaría siendo la "Casa de la manada". Y también algo me decía que yo sería quien se encargaría de ver qué m****a hacíamos con la actual Casa de la manada.

Suspiré y me dirigí hacia el boque. Buscaría una cueva o cualquier m****a y apagaría mi móvil. Fingiría que me había tragado la tierra y, quizá con mucha suerte, no habría ningún tipo de crisis con la que lidiar en los siguientes dos días.

Pasé justo frente a la clínica y cambié de dirección. Me metería con la doctora Paula un poco; esa era mi idea de diversión. Me gustaba sacar el estrés de dos formas: Sexo y molestar a la doctora. Ésto último había sido descubierto recientemente.

Además, no le mentía a Bastian cuando le dije que no estaba cien por ciento recuperado. Aún me mataban mis costillas.

-Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarlo, Beta Rowan? - Dijo la loba recepcionista cortésmente cuando entré.

-Busco a la doctora Paula. ¿Está disponible?

-De hecho es la única doctora que se ha quedado de guardia. El resto de los doctores se ha ido a preparar  para la fiesta. - Dijo con una sonrisa. - Está con un paciente. Tome asiento y yo le avisaré que ha llegado. ¿Tiene una cita médica?

-No, pero ella me dijo que podía regresar en cualquier momento y que preguntara por ella. - Dije seriamente.

Mentía. Ella me había mandado al carajo en al menos dos idiomas después de quitarme algunos vendajes. Entendía sobremanera el por qué; después de todo, me encantaba provocarla.

Sus ojos brillaban de un intenso verde cuando estaba molesta y eso era muy atractivo. Además, ella era una loba guapa y muy inteligente; quizá haya tenido un par de sueños en los que hacíamos cosas divertidas mientras ella me disparaba una bonita mirada indignada.

Paula se tomó su dulce tiempo en atenderme.

- Quita esa tonta sonrisa de tu cara. - Dijo cruzándose de brazos mientras estrechaba sus ojos hacia mí. - ¿Por qué m****a estás aquí?

-Tengo dolor. Mucho dolor. - Dije sin perder la sonrisa. - Creo que mis heridas no están cerrando como deberían, así que he decidido que debo de regresar aquí una y otra vez hasta estar completamente recuperado.

Ella comenzó a gruñir, pero se detuvo abruptamente cuando la loba recepcionista se cruzó entre nuestro duelo de miradas.

-Disculpe, doctora Paula. - Dijo dándome un vistazo rápido. - Ya ha terminado mi turno y me preguntaba si usted se haría cargo del resto del papeleo o si prefiere que me quede por aquí un rato más.

Paula suspiró y relajó su postura.

-Puedo hacerlo yo misma. Vete, Erin; espero que te diviertas esta noche.

-¡Ese es el plan! - Dijo emocionada regresando a su escritorio y tomando sus cosas.

Ni siquiera miró hacia atrás.

-Así que...

-Si en los próximos cinco segundos no estás desnudo y en mi consultorio, puedes irte como la m****a de aquí y meterte tu gran boca por el...

-Whoa. - Dije alzando las manos. - De verdad me duele, no vine aquí a pelear. Vamos a tranquilizarnos.

Comencé a caminar hacia su consultorio con ella gruñéndome todo el camino.

-¿Sabes? Me gusta una loba con carácter. Nunca me habían dado cinco segundos para desnudarme. ¿Quién iba a decir que tu mala leche hacia mí era solo pura tensión sexual? - Dije a modo de broma.

No le gustó.

-Se acabó.

Algo en su tono me hizo voltear y me congelé dos segundos antes de transformarme en lobo y correr por mi vida, literalmente. Ella había sacado una pistola de algún lugar y me apuntaba directamente al pecho, no me quedé para averiguar si sabía cómo usarla.

-Eso es, mejor corre, ¡Imbécil!

Salí de la clínica escuchando el dulce sonido de su risa.

Más tarde me encontraba inquieto dando vueltas en la cueva que había escogido para esconderme... digo, descansar. La luna llena y todo eso; solo que no quería encontrar a una loba con la que pasar el rato. Estaba exhausto.

Sin embargo, mi maldito instinto de lobo me hizo desperezarme e ir hacia la zona de la fogata. Quizá solo necesitaba un revolcón rápido.

Al llegar ahí me llamó la atención que todos le daban un amplio espacio a mis dos Alfas; poco después les di la razón. Ellos no sabían bailar y de alguna forma destrozaban todo a su paso. Con una sonrisa me dirigí hacia la zona de las bebidas, lo necesitaba.

Cuando tuve el alcohol más fuerte del lugar, miré a mi alrededor para buscar a la candidata perfecta.

-¿De verdad no quieres pasar la noche conmigo, Paula?

El uso del nombre me hizo girar la cabeza con curiosidad. Al parecer la doctora se aburrió de estar de guardia en la clínica y vino por un poco de diversión.

-No, gracias Edwin. - Dijo con cortesía.

Yo ubicaba al lobo levemente como uno de los doctores compañero suyo.

-Vamos, tú estás libre y yo también. ¿Por qué no? - Dijo el tipo insistentemente.

Ella hizo una mueca.

-Porque está conmigo. - Dije interviniendo.

Ambos me miraron y yo arqueé una ceja.

-Paula, perdona la demora. El Alfa me ha dado un montón de papeleo para hacer. A mí, su Beta. - Dije haciendo énfasis de mi título.

El tipo miró con incertidumbre hacia Paula y yo le guiñé un ojo. Solo era cuestión de que decidiera quién de los dos era una molestia menor.

Yo gané.

-Si, el Beta Rowan y yo tenemos planes. - Dijo apretando los dientes mientras daba el par de pasos que le hacían falta para estar a mi lado. Yo le pasé mi brazo sobre sus hombros tensos. - Te veo mañana.

El tipo se fue con la cola entre las patas y yo quise aullar victorioso. Me había quedado con la chica.

-Quíta tu brazo de mujeriego de mis hombros. - Dijo con fastidio cuando su casi cita se perdió.

O tal vez no me había quedado con la chica.

-Hey, te acabo de salvar de una noche incómoda, ¿Ni siquiera beberás conmigo un trago?

-Ya es una noche incómoda. Ahora mismo estoy siendo acosada por un lobo que ni siquiera tiene la decencia de parecer culpable cuando le dicen mujeriego. - Dijo rodando los ojos.

-Tengo una gran cualidad... o defecto, en su caso. - Dije poniéndome serio. - No tengo la tendencia de mentir. Lo que salga de mis besables labios seguramente es lo que pienso. Sin filtros. Todo un metro con ochenta y nueve centímetros de pura honestidad.

-Bien por ti. Ahora, me iré a buscar algo para embrutecer mi cerebro y olvidar nuestro corto encuentro. Adiós.

-Espera - Dije tomando su brazo. Nis siquiera sabía por qué m****a la estaba deteniendo.

Quizá fuera porque imaginar que alguien más tenía la suerte de estar con ella esta noche me provocaba cosas que no quería analizar.

-¿Qué?

-Bueno, sigues debiéndome un trago. Solo dame gusto y te dejaré en paz.

Resopló pero lo hizo.

De alguna forma con alcohol encima la conversación entre los dos comenzó a fluir. Entonces nos peleamos y nos gritamos un poco.

Lo siguiente que sé es que me está desnudando mientras me amenaza de muerte. Yo era un macho sometido ante sus caprichos.

Cuando ambos estuvimos desnudos, nos tomamos algunos minutos para explorar nuestros cuerpos.

-No mentías, aun no te has curado por completo. - Murmuró en la oscuridad del bosque. - Ciertamente, sufriste heridas graves. Me sorprendería que estuvieras bien ahora mismo.

-¿Qué me receta la doctora? - Dije en tono juguetón.

-Que cierres la boca y me des lo que quiero.

-Si, señorita.

Y así fue como pasamos toda la noche en diferentes y divertidas posiciones. Desgraciadamente, nuestro momento llegó a su fin y tuve que correr a averiguar qué m****a había pasado después de un gran temblor que sacudió la tierra.

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