92. Quédate con nosotros
Penelope
Puedo sentir una leve caricia rozarme la espalda, al tiempo que la mano que reposa en mi vientre empieza a dejar pequeños circulos con los dedos que consiguen que una sonrisa totalmente enamorada se forme en mi rostro.
—Buenos días, Nick.
—Buenos días, peaches—me dice y mi sonrisa se hace aún más grande cuándo agrega—Buenos días para el bebé o la bebé también.
Siento como deja un beso en la parte trasera de mi cabeza y decido que necesito más que solo eso, así que me encargo de girar entre sus brazos hasta que quedamos frente a frente y le regalo una sonrisa grande.
—Así está mucho mejor—le digo, consiguiendo una de esas sonrisas que me tienen enamorada y él me la regresa igual de esplendida.
Al segundo siguiente siento sus labios sobre los mios y como toda mi piel se eriza de inmediato en respuesta y no dudo en corresponderle.
Nos besamos pausadamente, como si el mundo afuera no estuviera de cabeza, cómo si el tiempo no nos estuviera jugando en contra y cuándo nos separamos