48• Eres tú la que tiene el poder.
Entramos a mi habitación con las cajas y maletas, el silencio entre nosotros solo roto por el ruido del cierre de cremalleras y el roce de la ropa al ser acomodada. Mientras doblaba cuidadosamente una blusa, no podía evitar perderme en mis propios pensamientos, en lo irónico que era todo. Apenas cinco meses atrás había estado exactamente en esta misma habitación, sentada en la cama, mirando su entrevista, sintiendo una mezcla de desprecio y frustración hacia él por su arrogancia. Richard Preece: el hombre que ahora me tenía aquí, a su lado, con el corazón latiendo más rápido de lo normal y la piel encendida por la memoria de sus caricias.
Me sorprendía a mí misma pensando en cómo Rupert sí tenía razón, me había dejado seducir con sus encantos. Aunque nunca pensé admitirlo. Richard se había ganado mi corazón, y no sabía si algún día tendría el valor de decírselo. Cuatro meses atrás empacaba mis cosas para alejarme de él, y la posibilidad de que me alejara de mi bebe. Y ahora aquí esta