Perdóname

Muchos recuerdos vinieron a mi mente cuando vi las fotos sobre la mesa. Eran retratos de las víctimas sobre sus propios charcos de sangre. Solo una de ellas llamó mi atención y esperaba que Alex no la notara. Cuando él la miró, quedó inmóvil por unos minutos hasta que sus lágrimas comenzaron a deslizarse sobre sus mejillas. Una de mis peores pesadillas cobró vida.

—Alex, lo la… —dije.

—No puedo creer lo que estoy viendo, sabías lo importante que era mi hermano para mí y ahora él está muerto y todo por tu culpa —me interrumpió.

—Alex no digas eso, no fue mi intención.

—Prefiero no oírte —se levantó de la silla y nos dio la espalda.

—Nadie te detiene Alex, puedes irte. No tienes ninguna obligación en acompañarnos, Adriana estará bien con nosotros —añadió Emmanuel.

—¡Qué demonios haces! —susurró Carlos a Emmanuel— sabes que no lo podemos dejar ir.

—Solo espera.

—Se lo prometí —dijo Alex para sí mismo—, ¿por qué lo hiciste Adriana?, ¡porqué!

—Entiéndelo, fui obligada a matar a tu hermano.
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