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CAPÍTULO 11

— Señorita Adams, siempre tengo planes de respaldo. Tienes que ser paciente. Te dije que había una cadena de planes —dice él con indiferencia, con las manos en los bolsillos de su sudadera.

¡Oh ! Se me había olvidado eso.

Pero en serio, este chico es realmente inteligente.

— Tienes razón, señorita Adams, este plan tiene un 90 % de posibilidades de fallar, así que ya tengo otro preparado.

— Adelante.

— Plan número 2 —continúa.

— Mhmm —digo, asintiendo con la cabeza.

— Le dirás a papá que la odias, que te ha dicho un montón de cosas hirientes y que no es buena para mí, porque usa malas palabras, y eso no es bueno para mi futuro.

Mis ojos se agrandan.

¿Está bromeando ?

¿Se refiere a mí ? ¿Como si fuera yo quien tuviera que decirle todo eso a Liam ?

— Eh… Creo que te he oído mal. Supongo que dijiste María. Qué tonta soy al haber oído mi nombre —me río, esperando haber entendido mal. Rezando para que no sea yo.

Me mira con una expresión seria.

— No, señorita Adams. Oíste bien. Eres tú.

— ¿Estás loco ? Jamás le diría todo eso.

— Sí, lo harás.

— No, no lo haré —digo con firmeza.

Preferiría morir antes de hacer eso.

Entonces pone una carita triste y hace un puchero. Lo miro con desconfianza.

— Dijiste que éramos amigos. ¿No puedes hacer esto por tu amigo ? —dice con voz triste, bajando la mirada, todavía haciendo pucheros.

¡Dios mío ! Es tan adorable. Haría cualquier cosa por él.

— Está bien, lo haré. No estés triste —digo. Una sonrisa radiante aparece instantáneamente en su rostro.

Luego se ríe.

Espera. ¿Me acaba de manipular ?

Sí, lo hizo. Estúpida.

Lo miro fijamente. Él sigue riendo. Luego, de repente, vuelve a ser su yo reservado.

— Ahora, eso nos lleva a mi plan final.

— ¿Todavía hay más ?

— Por supuesto. ¿De verdad crees que papá va a caer en planes tan comunes ?

— Eh…

— Si crees eso, estás completamente equivocada. Papá es demasiado inteligente.

— De acuerdo… Entonces, ¿cuál es el próximo plan ?

— Así que el plan final, plan número 3 : hacerme daño.

— ¡¿QUÉ ?! ¡NI HABLAR ! —grito.

— Cálmate, señorita Adams, y escúchame —dice Ryan. Maldita sea, este niño actúa como si supiera todo.

Asiento con la cabeza.

— Como decía, si ella me hace daño, papá lo verá, y él odia que alguien me haga daño, así que probablemente terminará con ella.

— Pero, ¿realmente te hará daño ? —pregunto, un poco preocupada.

— Claro que no, pero crearemos una escena para que parezca que lo hizo.

Lo miro fijamente por un momento.

Luego me río entre dientes.

— ¿Cuántos años tienes exactamente ? Eres demasiado inteligente para un niño de cinco años.

Él simplemente sonríe.

— De verdad tengo cinco años, señorita Adams.

— Eh, ¿podrías dejar de llamarme señorita Adams ? No quiero llamarte señor Parker. Eres demasiado joven para eso.

— Puedes llamarme Ryan, señorita Adams.

— Pero tú no puedes llamarme señorita Adams. Llámame Bella.

— ¿Bella ? —dice, asintiendo con la cabeza—. No. Eres mayor que yo. Papá dice que hay que respetar a los mayores.

Y ahí vuelve el niño de papá.

— Entonces, ¿cómo podrías llamarme ? Porque señorita Adams suena demasiado formal —digo, pensativa.

— ¿Qué tal Abeja ? —propongo.

— Abeja —levanta la mirada, piensa un momento—. Creo que está bien —dice con una sonrisa.

— ¡Entonces está decidido ! Vamos a mostrarle a esa BBB que en realidad es una bi— —me detengo y murmuro un pequeño— perdón.

Estúpida Bella.

— De acuerdo… pero ¿qué es BBB ? —pregunta, confundido.

— Oh, es el apodo que elegí para Mia.

— ¿Y qué significa ? —pregunta, curioso.

— Es una Bimbo Bobalicona —digo con una sonrisa.

— ¡Guau ! Suena tan genial. Yo también la llamaré así —dice, con la cara iluminada de felicidad.

Mis ojos se agrandan.

— ¡NO ! ¿Estás loco ? Tu padre me mataría si se entera de eso.

— ¿Y quién le va a decir el significado completo ? Es nuestro secreto —dice.

— ¿Lo prometes ?

— ¡Lo prometo, Abeja ! —exclama.

BELLA ADAMS

¡Mierda !

¡Mierda !

¡Mierda !

Voy a llegar tarde, y ese demonio me va a despedir.

¡Oh, Jesús ! Ayúdame a llegar a tiempo.

¡Vamos, Bella, corre !

¡Corre !

¡Corre !

Después de pasar diez minutos en el taxi gritándole al conductor que vaya más rápido, por fin llego a mi destino.

¡Ah ! Estoy a tiempo.

Entro en la casa y veo a Liam sentado en el sofá, ocupado haciendo algo en su teléfono. No lleva su habitual traje ; lleva una sudadera y una camiseta.

¡Dios mío ! Este hombre se ve increíble con cualquier cosa que se ponga. Me quedo en la puerta, admirándolo.

— Señorita Adams, si ya terminaste de mirarme, puedes entrar —dice, levantando por fin la vista hacia mí.

¡Atrapada !

Él sigue mirándome fijamente con una intensidad abrasadora. Entro, y cuando estoy a punto de subir las escaleras, Liam llama :

— Señorita Adams.

Me detengo y me doy la vuelta lentamente.

Liam se levanta y empieza a caminar hacia mí. Me quedo congelada en mi lugar.

Se acerca más.

Mi corazón late con fuerza. ¿Qué va a hacer ? ¿Por qué se acerca ?

Entonces se detiene justo delante de mí y dice :

— Señorita Adams, ya te he dicho que no me gusta que la gente llegue tarde al trabajo.

Asiento con la cabeza.

— Y tú llegas tarde.

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