—¡Ay, dios mío! La culpable soy yo… ¡Yo se lo dije! —exclamó angustiada la señora Elena.
—¡Pero mamá!... —exclamó Daniela.
—¡Hija, lo siento mucho! Cuando empezó a mostrar interés en ti, me dio gusto pensar que quería hacer las paces contigo…
Marisela intervino.
—Daniela no culpes a mamá, ella solo fue engañada por la ladina de Gabriela. Ya me parecía extraño ese interés de querer charlar con mi mamá, cuando a ella jamás le ha importado nuestra la familia.
—¡El culpable soy yo! —exclamó Óscar y todos voltearon a verlo.
—¡Hijo! ¿Tú por qué? —preguntó el doctor Castillo
—Porque hace seis meses, cuando me dio el paro respiratorio, en el pent-house de Juan, descubrí que Gabriela había suplantado a Daniela el día del cumpleaños de papá y me quedé callado.
—¡Por eso te dio el paro respiratorio! —exclamó su madre.
—Sí, mamá. Supongo que llevaba mucho tiempo estresado y esa fue la gota que derramó el vaso… Así que creí que lo solucionaría y supuse que el almuerzo con papá había sido suficient