Capítulo 415
—No te enojes, no voy a ir —dijo César.

Seguía en llamada, así que la niñera del otro lado escuchó perfectamente lo que acababa de decir.

Hubo un momento de silencio.

Él continuó:

—Llama a una ambulancia. Que la lleven al hospital cuánto antes.

¿Por qué estaría enojada? ¡Eso no tenía nada que ver con ella!

Ahora sí estaba molesta.

César colgó la llamada y la miró, con unos ojos que rogaban, como si esperara que ella le dijera: Vamos, dime que hice lo correcto.

Perla apretó los labios, sin decir nada. Ya no le pidió que bajara del carro, solo dio la vuelta y pisó el acelerador rumbo al Hospital del Sagrado Corazón.

Una vez allí, aparcó el carro, se bajó primero y, sin decir una palabra, le agarró el cuello de la camisa a César y lo arrastró fuera.

—¿Perla, qué estás haciendo? ¡Suéltame! ¡No te enojes! ¡Te juro que no quiero ir a verla! —gritó él mientras lo llevaba hacia el edificio del hospital.

Desde aquella vez, hace cinco años, cuando se reencontró con Teresa, ya lo había pensado m
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