Capítulo 307
Ricardo estacionó el carro en el lugar donde iba a recoger a Marina y le preguntó:

—¿De verdad no necesitas que te lleve hasta la puerta de tu casa? Las cosas están bastante serias.

Marina lo miró de reojo, desconfiando de lo que estaba tramando.

—No, con esto basta, Andi y yo lo llevamos sin problema.

—¿Te parece, Andi?

Andi miró a Marina un momento, sin entender por qué su tía no quería que Ricardo los llevara hasta la puerta. Al fin y al cabo, tarde o temprano iban a entrar a la casa.

Ricardo abrió el maletero y le pasó las bolsas a Marina una por una, mientras Andi llevaba la mochila vacía, sin nada en las manos.

Los libros y cuadernos que César le había comprado ya estaban guardados en la mochila de Andi. No podía dejar que Marina los viera. Tenía que deshacerse de ellos sin que nadie se diera cuenta.

Cuando llegaron a casa, Perla acababa de salir del estudio de pintura, con su delantal blanco manchado de pintura.

—¿A dónde fueron ustedes dos? —Perla bajó las esc
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