Capítulo 282
Pero Natalia, acostumbrada a hacer lo que quería, no iba a dejarse intimidar por una simple cámara de seguridad. No le tenía miedo a Perla, sino a la posibilidad de que sus amenazas salieran a la luz frente a todos. ¡Esa hijueputa! Así que todo esto fue su plan…

—¡Revisemos las cámaras! —don Bernardo golpeó con fuerza su bastón contra el suelo.

Como anfitrión, hubiera preferido resolver esto con una simple disculpa. Pero, al ver lo lejos que había llegado la situación, ya no podía ignorarla. Además, al notar la seguridad con la que Perla hablaba, temió que lo que ella decía fuera cierto. Había pasado toda su vida construyendo una reputación impecable como funcionario y empresario, y ahora, en su vejez, su nombre estaba siendo manchado por culpa de su nieta. ¡Pero qué vergüenza!

—Esto… —Bianca, nerviosa, miró a su alrededor.

—Pues resulta que… las cámaras están dañadas.

Don Bernardo la miró con seriedad.

Bianca tragó saliva y explicó con voz temblorosa:

—Las cámaras dejaro
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