Mundo de ficçãoIniciar sessãoAl subir la mirada observé un muchacho de unos 17 años, con unos shorts al nivel de la mitad de sus glúteos, una camiseta, un corte de cabello con un símbolo de dólar echo con hojilla, y varios tatuajes en sus brazos. Me impresionó un poco su apariencia, pero trataré de no ser prejuiciosa.
-Lo siento, estaba inmersa en mis pensamientos y no te vi –dije pasando de estar sentada a semi arrodillada.
-¿Qué acento es ese? No eres de por aquí ¿Verdad? –preguntó el chico mientras levantaba un poco su camiseta mostrando una pistola que tenía metida en sus shorts.
Yo que estaba a punto de levantarme, al ver la pistola me asusté y en un movimiento forzado volví al suelo en un estado de nervios muy notables. El chico solo me miraba desde arriba mientras buscaba una respuesta.
-Acabo de volver del extranjero, creo que se me pegó un poco la forma de hablar de allá, pero yo nací en este mismo barrio –afirmé aún asustada en el piso.
El muchacho se agachó a mi nivel y colocó su mano en mi mentón subiéndome la mirada. Al quedar cara a cara, yo, de forma involuntaria comencé a temblar ligeramente y el chico que estaba a una distancia casi de besarme, giró su cabeza de lado como si estuviera recordando algo. De pronto una epifanía llegó a su rostro –¿Valeria? –preguntó extrañado. Aparentemente me conoce, pero yo no recuerdo haber visto a este chico nunca.
Con algo de miedo respondí –Sí ¿Cómo sabes mí nombre? –Ante mi respuesta el chico sonrió y con un gesto me indicó que podía levantarme. Me tomó de la mano y me ayudó a incorporarme, confundida pregunté –No entiendo –Él me miró de arriba abajo con una cara algo pervertida y luego con la mirada en mis ojos me dijo –Tu madre siempre que se me antoja me da almuerzo, así que no tengo porque hacerle algo a ella, de hecho no robo a la gente del barrio, a menos que vea algún desconocido. Tu madre siempre me habla de tí e incluso me mostró una fotografía de cuando eras más joven, aunque los años y la madurez te pegaron muy bien –Dijo esto último fijando su mirada en mis voluptuosos pechos, yo me tensé y llevé mi mirada a otra dirección.
Así que es un malandro “tranquilo”, según él, solo se mete con personas ajenas al barrio menos mal me reconoció –Preciosa, ya tu madre me había mencionado que volverías, pero no me dijo cuándo –que momento tan extraño, pero llevé mi mirada otra vez a sus ojos y le pregunté de forma sumisa –Si sabes que soy mayor que tú ¿Verdad? –Él sonrió y con cara pícara me dijo –Sí, pero eso no es impedimento para jugar un poco ¿Me entiendes? –Por supuesto que entiendo, pero no lo admitiré, solo cerré mis ojos un segundo y suspiré –Tranquila Valeria, no te haré nada que tu no quieras. Ven ya es tarde, te llevaré a tu casa –sin más remedio accedí y nos fuimos caminando rumbo a mi casa.
En el camino él no dejaba de mirarme y eso me hacía sentir algo incomoda, podía sentir la sangre en mi rostro –Y bueno, Valeria ¿Cómo es el extranjero, a dónde fuiste? –Por fin, una pregunta casual y normal para romper el hielo, tal vez se dio cuenta de mi incomodidad –Ah, depende, todo tiene sus partes de belleza y partes que carecen de ella. Estuve en Colombia, Ecuador, México y Argentina, pero siempre extrañé Venezuela –él me observa curioso, pero no dice nada más, unos metros después ya estamos en mi casa.
-Gracias por traerme a casa –dije algo nerviosa y él solo sonríe.
-De nada preciosa, eres muy linda, que no se te olvide –Me dijo mientras daba unos pasos hacia atrás y luego se dio la vuelta para irse.
Que situación más extraña, no pensé que mi primera noche de vuelta sería así, pero bueno, ya es tarde. Me desvestí quedándome solo con una camiseta de tiras y un pantie de encaje, ambas de color morado, luego de ponerme cómoda me acosté para por fin dormir.







