Mundo de ficçãoIniciar sessãoMi exposición fotográfica estaba programada para el día siguiente, y quería asegurarme de que todo estuviera perfecto.
-Mamá, me encantaría seguir charlando, pero debo prepararme para mi exposición de mañana –obviamente mi madre no pudo evitar entristecerse un poco con mis palabras.
-Pero si acabas de llegar después de un viaje tan largo. Deberías descansar mi niña –dijo mi madre preocupada por el bienestar de su amada y única hija. Miré al techo un momento como si buscara en las diminutas partículas de polvo que bailaban ante la luz de la bombilla una respuesta digna de ser excusa.
-Lo siento mamá, pero debo recordarle que por culpa del mal clima retrasaron mi vuelo y llegué un día más tarde de lo planeado, lamentablemente no pude reservar antes de ese momento. Sabes que cuando hay obstáculos en nuestros planes se debe a fuerzas mayores, tal vez no era voluntad de Dios que llegara antes –Dije con toda la sinceridad que me daba mi criterio. Mi madre me miró con cara de tristeza, pero asintió con la cabeza y me dio un último abrazo antes de que me retirara a mi habitación para ordenar mis cosas.
Me dirigí a mi habitación. Todo estaba como antes, pero no me sentía igual, algo había cambiado, lo que era una joven con un sueño aventurero, ahora es una mujer formada casi por completo, con diferente carácter y temperamento. Lamentablemente al estar tanto tiempo lejos de mi amada Victoria y la casa de mi infancia, tenía un sentimiento desagradable de impertenencia. Solo que no eran mis muebles, parecía que la que estaba sobrando era yo, a pesar de eso no quise hacerle mucha cabeza a esos pensamientos por lo que comencé a desempacar y a darle un toque más personal o acogedor a mi habitación, la cual parecía de una adolescente, yo, ya con mis 23 años, no me sentía atraída a estas cosas de joven, mi cuarto estaba lleno de poster’s de bandas de k-pop, personajes masculinos de anime y algunas estatuillas de dichos personajes o de videojuegos, sentí un poco de nostalgia mezclada con vergüenza, aunque aún me gustaran algunas de esas cosas, no creo apropiado tener todo abarrotado de ellas, por lo que tomé una caja y guardé la mayoría dejando únicamente las que le tenía más cariño o que no resaltaban tanto.
Después de recoger tantas cosas, me sentí algo cansada, pero no quería dormir, mi ansiedad sobre la exposición del día de mañana me tenía perturbada y no me dejaba pensar con claridad. Al ver la hora ya eran las 21:34, un crujir se dispuso a retumbar por la aún callada habitación, al posar una mano en mi estómago me di cuenta de que era mi naturaleza pidiendo una recarga de nutrientes, al pensarlo un poco ni siquiera había comido nada desde el almuerzo.
Al salir de mi alcoba, observé que ya todo estaba callado, mi madre se había ido a dormir, caminé hacia la cocina y en la mesa estaba un envase con tapa y una nota “Valeria, aquí tienes una arepa con un guiso de pescado, no te acuestes sin comer” acaricié la nota con mi dedo índice y sonreí al pensar en el cariño de mi madre y lo atenta que es. Después de comer y beber un vaso de agua, mi hambre se calmó, más no mi mente, todavía tenía ese sentimiento de ansiedad, por lo que pensé en salir a caminar un rato por la cuadra, tal vez dar una vuelta a la manzana.
Fui a mi cuarto y tomé una chaqueta para abrigarme del frio de la noche, me coloqué unas botas negras y salí a la calle. No había casi nadie, solo algunos niños corriendo en las veredas a estas horas de la noche. A lo lejos estaban unos ancianos jugando dominó en una mesita cuadrada y tenían algunas cervezas a los lados de las piezas, eso es muy común aquí en mi amada Venezuela, “ya extrañaba estas cosas sencillas que me hacen sentir en casa” pensaba con ternura.
Al caminar un poco más me encontré un carrito de perros calientes y al ver la mezcla del humo de las salchichas calientes a la par de las salsas colocadas sobre el carrito y la manera en que la muchacha adornaba los perros calientes, no pude evitar sentir un poco de tristeza al no haber traído mi cámara para capturar este momento, salí distraída y se me olvidó una parte de mí en mi cuarto, pero a pesar de ello, solo continué caminando un rato más, mirando las pocas estrellas que iluminaban el cielo, escuchaba y admiraba cada pequeño sonido, los perros ladrando a lo lejos, el viento soplando a través de las hojas de los árboles, por fin sentí un poco de paz y me llené más de confianza.
Nuevamente miré mi teléfono y ya eran las 22:13, por lo que pensé que ya era hora de volver, después de todo, a veces estos lugares pueden ser peligrosos, conservando ese pensamiento me di la vuelta y de pronto choqué con un extraño y al perder el equilibrio caí al suelo.







