Al llegar, la prisión se erguía imponente bajo un cielo grisáceo. Isabella bajó del auto con el corazón acelerado y avanzó por el patio, sintiendo el frío metal de la reja y el eco de pasos distantes. Fue allí donde solicitó hablar con el director del lugar.
—Buen día, me informan que es usted abogada del señor Mclean. El abogado que lleva el caso no me informó que vendría alguien más a verlo. —dijo el director London.
Isabella respiró pesadamente y respondió. —Soy abogada y asesora legal del señor Mclean, acabo de llegar de Italia, sinceramente estoy aquí más como amiga, no sabía de su situación, imagino que no quiso avisarme porque tengo un bebe de tres meses que, por cierto, está allí afuera en el auto con mi esposo. Necesito verlo y con todo respeto, señor, no pienso irme de aquí sin que eso suceda.
—Señora Moretti hoy no hay visita, ayer hubo un altercado y están castigados, además las visitas familiares son los miércoles, hoy solo asisten parientes masculinos o los abogados, a m