El paso del tiempo, como siempre, dejaba su huella. Sin embargo, para Alexander y Helena, el mundo continuaba girando a su propio ritmo, marcado por la vorágine de lo que habían elegido. El embarazo de Helena avanzaba, su vientre creciendo con cada día que pasaba, mientras la sombra de los juicios contra Irina y Galliani se alzaba sobre ellos. Los tribunales estaban llenos de emociones, de secretos revelados y de mentiras desmoronadas, pero todo seguía adelante. Nada se detenía.
Alexander seguía con sus negocios, tanto en el mundo de las sombras como en el legal, donde sus piezas recuperadas y el alias del “Halcón Europeo” le permitían mover las piezas del tablero con astucia. La amenaza de Zeus ya no era lo que había sido. Gracias a las decisiones difíciles que había tomado, la seguridad de su familia estaba casi garantizada. Los negocios no se detenían, ni tampoco sus responsabilidades. Sin embargo, había algo distinto en él. Helena. Y el bebé que esperaba.
El vínculo entre ellos se