Helen Punto de Vista
No podía dejar de reírme, mientras Luis me llevaba a la habitación. Se detuvo junto a la cama y vi nuestro reflejo en el espejo del tocador. Me dio un azote en el culo que sonó muy fuerte por llevar vaqueros; no había nada como recibir un golpe a través de la tela vaquera para calentar el trasero.
—¡Ah! —Me encontré de espaldas antes de que pudiera luchar o gritar, aunque todo formaba parte de nuestro juego.
No me importaban las nalgadas o que me tumbara en la cama, sobre todo, cuando no perdía el tiempo el quitarme los zapatos y tirarlos al suelo.
Nos quedamos mirándonos a los ojos. Los suyos ardían de deseo mientras desabrochaba los botones de mis vaqueros y los deslizaba por mis piernas hasta que me los quité a patadas. Él se apresuró a sacarme la camisa por los brazos, aunque esperaba que siguiera con las panties, pero lo ayudé a liberarme de la tela de seda.
Me tumbé de nuevo en la cama y él se apartó para mirarme. Solo llevaba la ropa interior y comenzó a q