Gia levantó la cabeza para verlo bien, pero Ana tiro de ella para que bajara la cabeza.
—Ana,¿Quien es ese hombre?, porque su rostro no se ve, ¿es el dueño del club?—preguntó Gia con curiosidad. Ana volvió a levantar la cabeza cuando miró como el hombre subía a el segundo piso, sonrió y soltó una risita disimulada, llevaba trabajando algunos años en este lugar, pero eran raras las veces que él visitaba el club, durante este tiempo no había tenido la dicha de conocer su rostro, sin embargo había escuchado algunos rumores de las personas. Cuando él venía era la primera en ofrecerse como la mesera especial del Señor Haddly, muchas veces le dejaba buenas propinas, sin embargo era frío y ostentoso, sin decir lo arrogante que era, y aunque trataba de llamar su atención, él simplemente la ignoraba, ella se había enamorado de ese hombre, del cual no conocía su rostro en absoluto, pero si él se llegara a fijar en ella tendría la vida resulta. —Es el señor Haddly, la gente especula que tiene el rostro desfigurado, es por eso que lo cubre— respondió Ana, impaciente por irse directo a la sala del hombre. —¡Haddly!, ¿ es eso cierto?, ¡porque es el único que porta máscara blanca, y el resto solo la mitad y es negra !,¿Que hay de eso ?—pregunto Gia, con más curiosidad por descubrir todo sobre aquel misterioso hombre. —Es simple Thaís , es como un acertijo, una parte buena y una parte mala, es como la mitad de su rostro, puede llegar a ser piadoso, pero también pues de ser el mismo diablo en persona—respondió Ana, pero cuando miró como otra joven se dirigía al piso de arriba, ella corrió con prisa para así poder ser ella quien lo atendiera. Gia no le presto importancia en absoluto, y se dirigió a una mesa que estaba alejada del resto, apenas y las personas eran visibles en ese lugar. Sus ojos escaneaban a las personas que entraban y salían, la mayoría eran hombres, pero también había unas cuantas mujeres dentro. La puerta de la oficina de Griselda fue abierta, salió ella junto al señor Clark, en sus manos llevaban un portafolio. —¡He…ese hombres es el dueño!—susurro Gia con pavor,(-¿desde cuando el señor Clark estaba en este sitio?-)se preguntó así misma, Gia se pegó mas a la pared para que no fuera reconocida por aquel hombre. Cuando Caín cruzó la puerta, sus ojos rápidamente se posaron en el hombre, sus ojos brillaban y tenía una sonrisa en el rostro. —Señor Haddly, he traído el contrato, puede revisarlo y tomarse su tiempo—Dijo Clark. —¡En verdad quieres 50 millones!,—Los ojos de él recorrieron todo el lugar a detalle, sus labios se fruncieron, pero no era posible notarse por la máscara que llevaba. —Puedo negociar el precio— dijo Caín, incluso unos veinte millones servirían de mucho, el precio de este lugar no era inferior a eso, y por los años que tenía este lugar, su valor y el diseño se devaluaban, necesitaba invertir más para que esto prosperara, y eso solo sería una pérdida de tiempo, pensó Clark. —Está bien— soltó el señor Haddly, pero cuando Cain empujó la pluma a sus manos, el hombre solo la miró con desdén y asco, para luego apartarla con un pañuelo y arrojarlo al piso. En ese mismo instante uno de sus hombres se acercó con una pluma envuelta en un pañuelo de seda. Cain solo lo miró y rio de lado, apostaba a que esa mísera pluma valía millones, pero él aún dudaba en pagar el precio por su club. —Solo firme donde está su nombre—señaló Cain, aún podía leer el nombre completo del hombre frente a él,(Theodore Haddly), pero aún que era joven y no se sabía nada acerca de su familia, eso no era motivo para que fuera el hombre más poderoso de la ciudad —El dinero ya ha sido transferido a tu cuenta— dijo Theodore, y lo siguiente que miró fue la sonrisa enorme en el rostro del viejo. Cain le hizo señas a Griselda y está no dudo en salir. Fuera de la sala, Ana permanecía de pie, lista para entrar. —Anna ve por una botella de vino añejo , ¡Date prisa— la empujó Griselda, para luego volver a contonear sus caderas dentro de la sala VIP. Ana no tardo ni cinco minutos, cuando se adentró a la sala con la botella en sus manos, las copas estaban puestas en la mesa y ella se preparaba para servir el vino . —Esto es en honor a nuestro contrato señor Haddly, debe saber que para mí es un honor poder brindar con usted—rio Cain. Ana levantó su mirada, pero esta chocó con los afilados ojos del hombre, que aún eran muy visibles aún con la máscara puesta,(-Que hermosos son-)pensó Ana, pero la botella resbaló de su mano, esparciendo todo el líquido sobre el mármol, tiñéndolo de un matiz oscuro. La mirada del hombre se tornó oscura,—¡Límpialos! — gruñó Theodore al mirar sus perfectos zapatos empapados de vino. Los ojos de Ana se cristalizaron, tenia tantas ganas de golpear su cabeza contra el suelo, ella bajó hasta caer de rodillas en el piso y pasar su mano sobre los zapatos del hombre. —¡Quita tus asquerosas manos!— espetó Theodore, la rabia subió a su cabeza, esta mujer era estúpida, como podía tocar sus zapatos con sus manos sucias, ¿que había de la higiene de este lugar?. —Griselda trae a la encargada de limpieza, que venga ahora a limpiar este desastre— dijo Cain con el rostro pálido y los nervios de punta. Griselda no tardo en llevar a Gia y empujarla dentro de la habitación para que se encargara del desastre, sin embargo ella no se atrevió a volver a poner un pie dentro, temía que el señor Haddly descargada su ira contra ella. Gia empujó un carrito de limpieza a la sala, no levantó la mirada y solo se limitó a barrer los vidrios rotos, pero al dar un vistazo de reojo, pudo notar como Ana estaba arrodilla junto a los pies del hombre de la máscara blanca. —Thaís Fischer, ¿ Que haces aquí?, maldita niña, ¿donde carajo estuviste escondida este tiempo?,apuesto a que en tu vida pasada fuiste una mugrosa rata, muy buena para esconderse, ¿ no es así?— grito Cain, se acercó a Gia y tiro de su mano para sujetarla con fuerza. En ese instante la mirada de Theodore se elevó, posándola en el pequeño cuerpo de la mujer, vestía de manera ridícula, fue entonces cuando recordó que solamente por la mañana el la había botado de su auto, pero nunca imagino que fuera muy buena encontrado trabajo. —Lo siento señor Haddly— se disculpó Cain,—Ella vendrá conmigo—aclaró antes de dirigirse a la salida, jalando a Gia con el. —Me vendió todo este lugar, incluyendo sus empleados, no venga a querer regir sobre ellos—replico con frialdad Theodore. —¡Ella me pertenece!,—soltó Cain sin atreverse a soltar la mano de Gia. —¡Ella!…¿tienes algún papel que así lo diga?,si no lo tienes no te perteneces, ¿pero sabes a quien si?, a mi , desde ahora esa mujer es mi mascota— sonrió de lado Theodore, agitando en su mano el contrato que tenía sobre ella .