SAMAY

Todo se me afloja, cualquier contacto con este hombre es dinamita pura para mi sistema que se descontrola haciendo que moje bragas. Se le hace tan fácil ponerme así y no me gusta estas sensaciones que me hace sentir, lo que destila, ese ego cargado de misterio.

—Qué pasa.

Me sobresalto cuando deja las manos en mi cintura, la piel la tengo desnuda y mete los dedos entre las tirillas triples de mi ropa íntima. Debería apartarlo, pero mi mente no contempla lo mal que esto esta cuando dejó caer mi espalda contra su pecho.

—No vas a contestarme—me habla suave al oído y se me pringa la tela con humedad.

—Estoy pensando nada más—suspiro sintiendo el nudo que se me forma recordando a mi mascota.

Tengo demasiadas cosas que pensar y pasos importantes que dar ya que es crucial para todo lo que tengo planeado y es que todas las especies me reconozcan como su reina.

Quien no lo acepte, pues sencillamente se muere.

—¿Por qué? —me estremece la tibieza de su aliento que impacta la piel de mi cu