Gabriel sonríe con arrogancia, demostrando que no le teme. Es una locura. Se reparten golpes como si fuera un lugar de boxeo, la gente empieza a correr, sillas rotas, mesas tiradas, eta un caos total y en un parpadeo la cafetería queda en silencio
—Vaya, con que el gran Dante. ¿Siempre tratas así a los que hablan con tu chica, o solo a los que pueden quitártela? —provoca Gabriel, sin perder la compostura.
Dante no responde de inmediato. Su control es absoluto, pero veo un destello de peligro en sus ojos. Un aviso silencioso, letal. Y aunque no quiero admitirlo, la forma en que domina la situación me eriza la piel.
Pero Gabriel no se inmuta. Su sonrisa desafiante me inquieta. Él sabe lo que está haciendo.
—Si realmente creyeras que puedes quitármela, no estarías hablando. Actuarías.
Gabriel sonríe con arrogancia, demostrando que no le importn sus amenazas, aunque su sonrisa se desvanece cuando Dante aprieta los puños.
—No vuelvas a tocarla. —Su voz es letal, cada palabra cargada de am