Andrei
Época actual
Dejar a mi hijo lejos de su madre era una medida correctiva que no me gustaba aplicar, dada la dependencia que ambos se tenían, pero me veía obligado a hacerlo. Elise estaba fértil y, cuando eso pasaba, decía idioteces que me sacaban de quicio. A diferencia de muchas mujeres, la mía se ponía mal cuando ovulaba y era mucho más dócil durante la menstruación.
¿Cómo, después de tanto tiempo, todavía se atrevía a decir que se iría? Le daba todo a ella y a nuestro hijo.
—Quédate aquí, hijo. Te vas a divertir —le dije a Alistair antes de entrar al departamento de la niñera con quien se quedaría.
Mi hijo se aferró a mí, brindándome un poco de paz en medio de la tormenta emocional que me asaltaba. Me preguntaba qué más tendría que hacer para que Elise dejara de decir esas cosas y me necesitara tanto como yo a ella.
Sin Elise y sin mi hijo, me era imposible vivir. Cada uno de mis días lo pasaba pensando en ellos y contando los segundos para volver a verlos.
—No te vayas, papi