C58: No la mates.
El sótano se convirtió en un escenario lleno de terror. Reinhardt, con su rostro imperturbable, le recordó al guardia la regla inquebrantable.
—Las mujeres están prohibidas, y lo sabes —articuló.
El guardia, visiblemente arrepentido, se apresuró a disculparse.
—Perdóname, Reinhardt. No volverá a pasar, te lo juro —manifestó, agachando la cabeza.
—Es un hecho que no volverá a pasar —declaró el Jefe.
En un acto despiadado, Reinhardt arrojó a la mujer al suelo y, sin dudar, sacó su arma y disparó al guardia en la cabeza, dejando su cuerpo inerte en el suelo.
Jordan, oculto tras la puerta, escuchó el disparo y dio un sobresalto. Apenas se atrevió a asomar la cabeza para ver el resultado de aquel acto brutal. El cuerpo del guardia yacía en el piso y un charco de sangre se expandía lentamente de su cabeza. Los ojos de Jordan se abrieron de par en par y el terror lo paralizó mientras contemplaba la escena.
La mujer, tirada en el piso, soltó un grito de pánico, a lo que Reinhardt se agachó pa