C265: No vas a cambiarme por ningún otro.
Jordan se apartó un poco, solo lo suficiente para mirarlo a los ojos. Sus labios, temblorosos por la emoción, buscaron los de Reinhardt con una avidez nacida de la necesidad y el amor acumulado. Lo besó con intensidad, como si en ese instante quisiera fundirse con él. Se detuvo un momento solo para respirar, pero en seguida volvió a besarlo, una y otra vez, entre pequeños suspiros. Sus labios rozaban los de él con ternura y deseo: una sucesión de besos breves en la boca, en sus mejillas, en la frente, como si quisiera memorizar su rostro con cada caricia.
Ella lo amaba. No había duda. No era una pasión efímera, ni un deseo pasajero. Era algo feroz, profundo y definitivo.
—Ahora que has venido a mis brazos, no hay retorno, Jordan —manifestó Reinhardt—. No puedes escapar de mí. Te quedarás conmigo hasta el fin de tus días.
—Por supuesto —respondió Jordan con una sonrisa—. Sé perfectamente lo que implica ser tu mujer… y no podría estar más feliz de serlo.
Se besaron una vez más, y luego