C126: No tienes ojos de asesino.
Reinhardt lo miró fijamente, con una expresión que oscilaba entre la incredulidad y la exasperación. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Era en serio? No sabía cómo reaccionar ante semejante petición, pero lo que sí sabía era que no le gustaba sentirse desconcertado.
—¿Acaso estás demente? —soltó al fin, con un tono seco y desprovisto de toda paciencia—. ¿Que duerma contigo? ¿Qué soy, tu oso de peluche?
Jordan, que ya había anticipado esa reacción, no se amilanó. Bajó la mirada un instante, tragó saliva y luego volvió a mirarlo con determinación.
—Por favor, Reinhardt… Es que… No quiero estar solo. Tengo miedo.
Reinhardt soltó un bufido, cruzó los brazos y negó con la cabeza.
—Aquí nada malo te va a pasar. Zaid no va a llegar hasta tu habitación.
—Tal vez tenga pesadillas —susurró Jordan.
—Ese no es asunto mío.
—Reinhardt, no me dejes solo, por favor. No podré dejar de pensar en todo lo que ocurrió, en que Zaid finalmente sabe que estoy en esta ciudad, y me muero de miedo de ima