ANGÉLICA
Pasaron los días desde que salí del hospital, pero hay algo que no me tiene tranquila: Luciano ha estado actuando raro desde que salimos. Está más sobreprotector, no deja que haga nada y, en ocasiones, simplemente se pierde en su mundo.
-Luciano - le llamo, pero este no me responde. - ¡¡Luciano!! - Al fin sale de su nube y me mira.
-¿Pasa algo?
-¿Qué te pasa? Desde que salimos del hospital estás raro. - Este me dedica una débil sonrisa y acaricia mi mejilla.
-No es nada, hermosa. Solo debo estar cansado.
-Entonces vamos a descansar.
¿En serio? ¿Dije "VAMOS"? ... Ay, Dios, siento cómo mis mejillas se tornan rojas y Luciano lo nota porque me regala una sonrisa acercándose a mí con su mirada de depredador.
-¿Juntos? - dice levantando una ceja con su mirada pícara. Le doy un empujón.
-Idiota. - Cuando voy a subir las escaleras, él me toma en brazos, haciendo que suelte un gritito mientras él se ríe.
-Estás muy liviana, señora de Lucca.
-Mejor cállate y llévame a la cama.
-Como órd